Etimológicamente significa “juramento de Dios”. Viene de la lengua hebrea.
María Isabel Catez es la Beata Isabel de la Trinidad, Nació el 18 de julio en Bourges, Francia, en el año de 1880. Santa muy temperamental a quién le costó bastante trabajo educarse y sobre todo adquirir una madurez emocional personal estable, la muerte de su Padre cambió substancialmente su vida.
A la edad de 14 años, hizo voto de virginidad. El fuerte llamado a lo religioso y el amor a Dios se empezó a manifestar, pocos años después empezó a escribir sus revelaciones místicas o sobrenaturales que le acontecían. Dado el impulso a esa vida mística a los 21 años ingresó en el convento carmelitano de Dijon.
Su entrega a Dios trinitario fue el pan de cada día, una alabanza de gloria de la Santísima Trinidad y crecer de día en día en la carrera de amor a las tres personas de Dios.
Ante esa gran relación con la trinidad empieza a ejercer una gran influencia en la vida de las personas tocando la sensibilidad con el mundo de Dios con lo divino, sus escritos a pesar de esa juventud son profundos. Sus libros “Elevaciones, Retiros, Notas Espirituales y sus Cartas constituyen una experiencia mística trinitaria excepcional.
Su vida contemplativa, la soledad que busca y sus arrebatos místicos nos hacen ver su unión con Dios trinitario única, capaz de intimidar su alma con Dios.
De sus libros extraemos algunas frases dignas de retenerse en la memoria y en el corazón creyentes: “Creer que un ser que se llama El Amor habita en nosotros en todo instante del día y de la noche y que nos pide que vivamos en sociedad con El, he aquí, os lo confío, lo que ha hecho de mi vida mi cielo anticipado”.
“Mi Esposo quiere que yo sea para Él una humanidad adicional en la cual el pueda seguir sufriendo para gloria del Padre y para ayudar a la Iglesia”.
Murió en el año 1906 a causa de una úlcera de estómago. Es canonizada el 25 de noviembre de 1984.