La desgracia del muerto, vivir sin la buena nueva de Cristo Jesús.
Uno de los procesos más difíciles de afrontar para el hombre es la muerte, perder un ser querido, amado, es muy doloroso, ciertamente, insistimos todos tenemos que pasar por ello, pero el simple hecho de nunca lo veremos más, ni oírlo, ni hablar con él, es un momento indescriptible que entra en el gran misterio de Dios, que todos aquellos momentos que compartíamos en espacio y tiempo, ¡ahora ya no están! Causa una terrible herida en el corazón, más aun, es más tétrico cuando aquel ser querido ha muerto sin Dios, el simple hecho de pensar en el destino que él va a tener después de la muerte nos parte el corazón, y sabemos que están en dificultad por lo caramba que fueron como decimos.
Es admirable como San pablo llega a expresar palabras que para muchos parecen locura: pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia Fil 1, 21. ¿Ganancia la muerte?, ¡sí!, porque ya va a estar con el amado, lo que lo motivaba era Cristo Jesús para vivir y sí muere podrá disfrutar de todas las promesas de Cristo Jesús. San Pablo disfrutó de la vida terrenal porque tenía a Cristo Jesús, tenía a Dios en su vida, Dios tenía una relación intima con él de ahí que otro apóstol cita en el evangelio: Yo he venido para que tengan vida en abundancia” Jn 10, 10; aunque San Pablo fue un hombre cien por ciento religioso nunca llegó a tener plenitud como cuando se da cuenta quién era Jesús, “Yo soy Jesús a quién persigues”, que lejos está la persona de la realidad y cuando se da cuenta de que Dios muy diferente al que se tenía noción y empieza a vivir con él, ahora si puede morir para ganar a Cristo Jesús.
En nuestra cultura religiosa, nuestros padres son los primeros responsables de la relación con Dios, nuestros padrinos, nuestros parientes y después la misma Iglesia; muchos fuimos educados en una tradición: “ve a misa”, “ve a confesarte”, “comulga”, “reza el rosario”, “ora a tal santo”, lleva a tus hijos a bautizar, llévalos a la doctrina, pero la relación es muy distante aunque se participe dentro del culto no entendemos estás acciones.
No se asuste, pero en la celebración eucarística hay muchos muertos, cita Jesús: Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros Jn 6, 53. ¿Cuántos comulgan en misa y cuántos lo hacen sacrílegamente?, ¡qué desdichado es el muerto que no tiene el pan de vida!, por esa razón murió.
Duele la muerte de ese ser amado, pero más deberíamos reflexionar en que ha muerto sin comunión, sin alimento, sin recibir la buena noticia de la salvación, en enemistad con Dios; ¿se da cuenta cuantos cristianos están en misa como simples espectadores?, ¿qué miran?, ¿qué celebran?, quizá se diga es que todos somos hijos de Dios, ¡muy bien!, los hijos de Dios conocen a su Padre y ¿cómo se conoce a un Padre?, pues tratándolo, conociéndolo en lo más mínimo: Jn 17:8 porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. Nos falta conocer a Dios esa es la verdad, tenemos nociones de Dios, tenemos experiencias de Dios, sabemos que es poderoso, omnipotente, que nos ama pero… ¿Por qué no le creo y se nota que le conozco?; la verdadera preocupación de un cristiano es que nuestros hermanos conozcan a Cristo Jesús y vivan con él, que no mueran sin vivir con él.
¿Tiene esposo, o esposa, hijos, padres, hermanos, parientes, amigos?, no se demore en dar a conocer a Cristo Jesús; ese papa, ese hermano, ese pariente, ese amigo, ese compañero puede morir y la pena de no saber que Dios le ama, que tienen un plan para él, que le puede llegar a ser un hombre pleno y sobre todo gozar de la vida con intensidad se puede quedar en el corazón diciendo: sí lo hubiera hecho, sí le hubiera dicho, sí tan solo le hubiera hablado, dicen los sabios: “el hubiera no existe, ¡es hoy cuando lo puedes hacer!
¿Yo cómo le hago sino conozco a Dios tampoco?, entonces… no se dilate, tenga su experiencia con Cristo Jesús escuchando la buena nueva, la Iglesia lo está anunciando en retiros kerigmáticos o tiene miedo al compromiso porque la gente así lo ve: “compromiso”; piense bien, sí ese hombre que muere está en Dios, se mantuvo con él y vivió lo mejor posible según Dios, usted se alegraría porque tendría la certeza de que él iría directamente a Dios, pero la verdad es que nos inquieta su destino y por ello oramos a las animas benditas por sí estuviera en el purgatorio, pero cuando vivió como sí no existiera Dios nos asusta su destino.
Un hombre que va conociendo a Dios ya no es un hombre dominguero (misa cada domingo) sino sería su alimento esencial por esa razón va lo más posible en la semana a celebrar la eucaristía y al banquete que le espera.
¿Sabe que hay muchísimos muertos en nuestras comunidades cristianas?, Porque no se alimenta de la palabra de Dios: está escrito no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, ¿lee la biblia día a día, la medita porque sabe que es un tesoro cada palabra de él?, sino es así adelante que espera, no espere a morirse, ¿no tiene biblia?, compre una católica no relativice; sí lo sabe se alimentaría de su palabra leyendo la biblia, leyendo su palabra de Dios.
Imagine por un momento, ese cuerpo que tenía vida… ahora esta inmóvil y empezando su descomposición, fuertes olores aunque hayan preparado muy bien el cuerpo, luce pálido; si era de buen aspecto, ¡no queda nada!, los gusanos, cucarachas y más depredadores de cuerpos son los que consumirán ese cuerpo esbelto que tanto trabajo dio cuidarlo o contrario, ese cuerpo pasado de kilos y excesos de grasa, si fue incinerado solo quedaron cenizas, simples cenizas en una pequeña caja (urna), pero eso no es lo triste, empezarán los rosarios sí su familia es creyente, sino ni siquiera se acordarán de él, ¿qué destino tuvo?, quién puede saberlo, algún piadoso dirá: está en el cielo, ¿cómo lo sabe él?, ¿por qué cree que Dios es misericordioso?, recuerde también es justo y no permitirá que nada impuro entre al cielo, desgraciado del muerto que vivió una vida fatal porque no hizo feliz a nadie, que tiene un destino incierto y que no conoció a Dios quién fue el que le dio la vida. No es que le quiera asustar, basta ser inteligentes, el malvado no se sostendrá ante Dios, vale más empezar una relación preciosa con Dios recibiendo, lo volvemos a mencionar: “la buena nueva de Cristo Jesús”, pues para ello vino y murió por cada hombre, pero el hombre no lo sabe, menos él muerto, entonces: ¡Qué conozcan a Dios!, evite que el muerto sea un desgraciado, un desdichado, que se alegren por su muerte no por la herencia sino que estará en el cielo con nuestro Señor Jesús, el que escuche la buena nueva convirtió a muchos hombres de manera extraordinaria, esperamos que el muerto viva en Cristo Jesús.
LA LECTURA DE LA DESGRACIA DEL MUERTO NOS HCE REFLEXIONAR ,QUE SI EXISTIMOS, MUCHOS MUERTOS VIVOS, QUE NO VALORAMOS EL SAACRIFICIO DE NUESTRO SEÑOR Y NO APROVECHAMOS EL REGALO QUE NOS DEJO SU SANGRE Y SU CUERPO…NOS DEBEMOS COMPORTAR COMO HERMANOS Y HIJOS DE DIOS, NUESTRO SEÑOR AYUUADARNOS UNOS ALOS OTROS PENSANDO EN QUE ESTAMOS EN ESTE PARISO QUE DIOS NOS HIZO PARA SER FELICES Y VIVIR CON MUCHA FE..QUE SOLAMENTE DE ESA MANERA LO AGRADAMOS A EL……Y TU QUE ESTAS HACIENDO PARA EL.OH COMO LO AGRAD.COMAS.ASI NADMAS ASI ..
Es promesa que todo aquel que crea se salvara, y claro esto implica un morir así mismo,es decir renunciar a nuestras voluntades carnales y dar lugar en nosotros a la presencia de Dios en su santa voluntad, y desde luego, El nos respeta, pero quien lo ha conocido en lo profundo de su corazón, termina reconociendo que es toda verdad por sobre de cualquier cosa. El es el amor perfecto y puro entonces el hombre ya no vive para si, sino vive y espera en Jesucristo nuestro Señor..