Del libro del Profeta Nehemías 2,1-8. Miércoles 2 de Octubre de 2013.
“SI LE PÁRECE BIEN A MI SEÑOR, EL REY, DÉJEME IR A RECONSTRUIR LA CIUDAD DE MIS PADRES”.
Ahora bien, el año veinte del rey Artajerjes, en el mes de Nisán, como yo estaba encargado de servir el vino, lo tomé y se lo pasé al rey. Nunca hasta entonces me había presentado triste delante de él.
El rey me preguntó: “¿Por qué estás triste? No estás enfermo, sin embargo hay algo que te preocupa”. Después de un instante de temor,
le dije al rey: “¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar triste si la ciudad donde están las tumbas de mis antepasados está en ruinas y sus puertas, quemadas por el fuego?”
El rey entonces me respondió: “¿Qué quieres?” Supliqué al Dios del Cielo”
y le dije al rey: “Si es que el rey quiere y si es que tu servidor cuenta con tu favor, envíame a Judá a la ciudad donde están las tumbas de mis antepasados para reconstruirla”.
Como se encontraba la reina sentada al lado del rey, ambos me preguntaron: “¿Cuánto tiempo va a durar tu viaje y cuándo vas a volver?” Fijé entonces un plazo y el rey consintió en que me fuera.
Dije también al rey: “Si el rey así lo quiere, despache conmigo cartas a los gobernadores de la provincia que está más allá del Eufrates para que me dejen pasar hasta que llegue a Judá.
Deme también una carta para Asaf, el gobernador del parque real, para que me entregue la madera para las puertas de la fortaleza del Templo, para la muralla de la ciudad y para la casa donde viviré”. Como la mano benevolente de Dios estaba conmigo, el rey me lo concedió todo.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México