Consagración a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, a través de la Santísima Virgen María.
San Luis de Montfort
¡Oh Eterna Sabiduría del Verbo Encarnado! ¡Oh Dulcísimo y Adorabilísimo Jesús! ¡Sois Verdadero Dios y Verdadero Hombre, Hijo Unigénito del Padre Eterno, y de la Bienaventurada siempre Virgen María! Os adoro profundamente en el Seno resplandeciente de Vuestro padre Celestial, por toda la eternidad. También adoro a la Encarnación Vuestra en el Seno Virginal de Vuestra dignísima Madre, María Santísima.
Os doy gracias por haberos aniquilado, tomando la forma de un esclavo, para rescatarme de la esclavitud cruel del demonio. Os alabo y glorifico por haberos sometido plenamente a María, Vuestra Madre Santísima; y esto para convertirme en Vuestro esclavo fiel, por mediación de Ella. Más, ¡ay de mí! He sido ingrato e infiel. No he cumplido las solemnes promesas que hice en mi Bautismo. Y siendo que no he cumplido con mis obligaciones, no merezco ser llamado Vuestro hijo; ni siquiera, Vuestro esclavo. Ya que no hay nada en mí que no merezca vuestra cólera, y Vuestra repulsa, no me atrevo presentarme a solas, ante Vuestra Santísima Madre; pues, me la habéis preparado y asignado como mediadora ante Vuestra Divina Presencia. A través de ella espero obtener la verdadera contrición, el perdón de mis pecados, y la gracia de adquirir y preservar la sabiduría.