“Auméntanos la Fe” Papa Francisco.
Hora Santa
Parroquia de San Pío X
Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…
Padre Amoroso que nos concedes siempre más de lo que merecemos y deseamos, perdona misericordiosamente nuestras ofensas y otórganos aquellas gracias que no hemos sabido pedirte y tu sabes que necesitamos. Amén.
Lectura del santo Evangelio Según San Lucas 17,5-10
Dijeron los apóstoles al Señor: “Auméntanos la fe” El Señor dijo: “Si tuvieras una fe como un grano de mostaza, habrías dicho a este sicomoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido”
“¿Quién de vosotros que tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa.? ¿No le dirá más bien. Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme y luego que yo haya comido y bebido comerás y beberás tú?’ ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le mandaron? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os mandaron, decid: No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.
Palabra del Señor
Meditamos unos momentos en silencio y compartimos
Audiencia General 18 de Septiembre 2013
Papa Francisco
Hoy vuelvo de nuevo sobre la imagen de la Iglesia como madre. Me gusta mucho esta imagen de la Iglesia madre. Por esto he querido volver sobre ello, porque esta imagen me parece que nos dice no sólo cómo es la Iglesia, sino también qué rostro debería tener cada vez más la Iglesia, ésta, nuestra Madre Iglesia.
Desearía subrayar tres cosas, siempre mirando a nuestras mamás, todo lo que hacen, viven, sufren por los propios hijos, continuando con lo que dije el miércoles pasado. Me pregunto: ¿qué hace una mamá?
Ante todo enseña a caminar en la vida, enseña a andar bien en la vida, sabe cómo orientar a los hijos, busca siempre indicar el camino justo en la vida para crecer y convertirse en adultos. Y lo hace con ternura, con afecto, con amor, siempre también cuando busca enderezar nuestro camino porque bandeamos un poco en la vida o tomamos vías que conducen a un precipicio. Una mamá sabe qué es importante para que un hijo camine bien en la vida y no lo ha aprendido en los libros, sino que lo ha aprendido del propio corazón. ¡La universidad de las mamás es su corazón! Ahí aprenden cómo llevar adelante a sus hijos.
La Iglesia hace lo mismo: orienta nuestra vida, nos da las enseñanzas para caminar bien. Pensemos en los diez mandamientos: nos indican un camino a recorrer para madurar, para tener puntos firmes en nuestro modo de comportarnos. Y son fruto de la ternura, del amor mismo de Dios que nos ha dado. Vosotros podríais decirme: ¡pero son mandatos! Son un conjunto de “no”! Desearía invitaros a leerlos –tal vez los habéis olvidado un poco- y después pensarlos en positivo. Veréis que se refieren a nuestro modo de comportarnos hacia Dios, hacia nosotros mismos y hacia los demás, precisamente lo que nos enseña una mamá para vivir bien. Nos invitan a no hacernos ídolos materiales que después nos hacen esclavos, a responder al otro…Intentad verlos así y considerarlos como si fueran las palabras, las enseñanzas que da la mamá para ir bien en la vida. Una mamá no enseña nunca lo que está mal, quiere sólo el bien de los hijos, y así hace la Iglesia.
Desearía deciros una segunda cosa: cuando un hijo crece, se hace adulto, toma su camino, asume sus responsabilidades, va por su propio pie, hace lo que quiere, y a veces ocurre también que se sale del camino, ocurre algún accidente. la mamá siempre, en toda situación, tiene la paciencia de continuar acompañando a los hijos. lo que le impulsa es la fuerza del amor, una mamá sabe seguir con discreción, con ternura el camino de los hijos y también cuando se equivocan encuentra siempre el modo de comprender, de estar cerca, de ayudar. Nosotros –en mi tierra- decimos que una mamá sabe “dar la cara” ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que una mamá sabe “poner la cara” por los propios hijos, o sea, está impulsada a defenderles, siempre. Pienso en las mamás que sufren por los hijos en la cárcel o en situaciones difíciles: no se preguntan si son culpables o no, siguen amándolos y a menudo sufren humillaciones, pero no tienen miedo, no dejan de donarse.
La Iglesia es así, es una mamá misericordiosa, que comprende, que busca siempre ayudar, alentar también ante los hijos que se han equivocado y que se equivocan, no cierra jamás las puertas de la casa; no juzga, sino que ofrece el perdón de Dios, ofrece su amor que invita a retomar el camino también a aquellos de sus hijos que han caído en un abismo profundo; la Iglesia no tiene miedo de entrar en sus noches para dar esperanza; la Iglesia no tiene miedo de entrar en nuestra noche cuando estamos en la oscuridad del alma y de la conciencia, para darnos esperanza. ¡Porque la Iglesia es Madre!
Un último pensamiento. Una mamá sabe también pedir, llamar a cada puerta por los propios hijos, sin calcular, lo hace con amor. ¡Y pienso en cómo las mamás saben llamar también y sobre todo a la puerta del corazón de Dios! Las mamás ruegan mucho por los hijos, especialmente por los débiles, por los que necesitan más, por los que en la vida han tomado caminos peligrosos o equivocados. Hace pocas semanas celebré en la Iglesia de San Agustín, aquí en Roma, donde se conservan las reliquias de la madre, Santa Mónica. ¡Cuántas oraciones elevó a Dios aquella santa mamá por su hijo, y cuántas lágrimas derramó! Pienso en vosotras, queridas mamás: ¡Cuánto oráis por vuestros hijos a Dios; Él tiene un corazón grande. Llamad a la puerta del corazón de Dios con la oración por los hijos.
Y así hace también la Iglesia: pone en las manos del Señor, con la oración, todas las situaciones de sus hijos. Confiemos en la fuerza de la oración de la Madre Iglesia: el Señor no permanece insensible. Sabe siempre sorprendernos cuando no nos lo esperamos. La Madre Iglesia lo sabe.
Pues bien, estos eran los pensamientos que quería deciros hoy: veamos en la Iglesia a una mamá que nos indica el camino a recorrer en la vida, que sabe ser siempre paciente, misericordiosa, comprensiva, y que sabe ponernos en las manos de Dios.
Oremos el santo Rosario por los no nacidos.
Padre celestial durante este tiempo de crisis mundial, permite que todas las almas encuentren su paz y seguridad en tu Divina Voluntad. Otorga a cada alma la gracia para entender que tu Voluntad es el Amor santo en el momento presente. padre Benévolo, ilumina cada conciencia para que vea las formas en que no se está viviendo en tu Voluntad. Concede al mundo la gracia para cambiar y el tiempo para hacerlo. Amén.
Divino niño Jesús al rezar este Rosario te pedimos que quites del corazón del mundo el deseo de cometer el pecado del aborto. Quita el velo del engaño que Satanás ha puesto en los corazones, el cual presenta a la promiscuidad como una libertad y vela lo que en realidad es: una esclavitud al pecado. Coloca en el corazón del mundo un renovado respeto por la vida desde el momento de la concepción. Amén.
Se recita el Credo…
1er. Misterio. La Agonía del huerto. Oremos por las madres y padres que se encuentran en agonía por la tentación de abortar a un hijo. Que les den a ellos, la buena nueva de que existen alternativas al aborto y que hagan uso de toda la asistencia que tienen a su disponibilidad.
Padre nuestro… Diez Avemarías…
Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.
¡Jesús protege y salva a los No nacidos!
María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!
Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!
2do. Misterio. La Flagelación. Así como el Cuerpo de Cristo era desgarrado por los instrumentos de los que lo flagelaban, también los cuerpos de los niños en el vientre de sus madres, son desgarrados por los instrumentos de los abortistas. Oremos para que los abortistas se arrepientan por asesinar a los niños.
Padre nuestro… Diez Avemarías…
Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.
¡Jesús protege y salva a los No nacidos!
María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!
Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!
3er. Misterio. La coronación de Espinas. Jesús sufrió en silencio el dolor de las espinas que penetraban su cabeza. oremos por las madres y padres de los niños abortados. hay tantos que sufren la pena, el dolor y el arrepentimiento de haber tomado la decisión que es irrevocable. Hay tantos que sufren en silencio, porque otros les dijeron que era lo normal y que no era gran cosa.
Padre nuestro… Diez Avemarías…
Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.
¡Jesús protege y salva a los No nacidos!
María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!
Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!
4to. Misterio. La Cruz a cuestas. Jesús no fue condenado por el poder de la gente malvada. El fue condenado por el silencio de la gente buena. El silencio siempre ayuda al opresor, nunca a la víctima. Oremos para que nosotros nunca guardemos silencio contra el aborto, sino que, hablemos efectivamente para salvar a los niños de la muerte.
Padre nuestro… Diez Avemarías…
Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.
¡Jesús protege y salva a los No nacidos!
María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!
Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!
5to. Misterio. La Crucifixión. Al medita sobre la muerte de Cristo, recordemos las muchas mujeres que han muerto por causa de los supuestos “abortos seguros y legales” Pidamos perdón y misericordia por ellas. Que su muerte sea, para otras mujeres, la salvación, para que no cometan ese error trágico.
Padre nuestro… Diez Avemarías…
Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.
¡Jesús protege y salva a los No nacidos!
María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!
Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!
Se rezan tres Padres nuestros… 3 Avemarías… Salve
oremos:
Oh Dios cuyo unigénito Hijo con su Vida, Muerte y Resurrección nos alcanzo el premio de la Vida Eterna, concédenos, a los que recordamos estos misterios del santo Rosario, imitar lo que contienen y alcanzar lo que prometen, por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oh María Madre de Jesús y Madre nuestra nos dirigimos a Ti en este día, ya que fuiste Tú la que dijiste: “Si” a la vida. “Concebirás y darás a luz a un Hijo” dijo el ángel. Sin importar la sorpresa y la incertidumbre que esto te causaría. tu dijiste “Si” Hágase en mi según tu palabra”
Santa María, oramos hoy por todas las Madres que tienen miedo de ser Madres. Oramos por todas las que se sientan amenazadas y abrumadas por sus embarazos. Intercede por ellas, para que Dios les conceda la gracia de poder decir “si” y el valor de llevar a plenitud su embarazo. Que reciban la gracia de rechazar la falsa solución del aborto. Que puedan decir como tú “Hágase en mi según tu palabra” Que puedan vivir y sentir la ayuda de todos los cristianos y sepan que la paz vienen de hacer la Voluntad de Dios.
Oremos.
¡Madre, ayuda nuestra fe!
Abre nuestro oído a la palabra
Para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos,
Saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor.,
Para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de Él a creer en su Amor,
Sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz,
Cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado
Recuérdanos que quién cree no está nunca solo
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús,
Para que Él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso,
Que el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Franciscus
¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!