¿La transfiguración del Señor?, ¡claro que sí!
La Iglesia católica celebró este 6 de agosto la transfiguración del Señor, justo cuando la fe en la Iglesia se puede ver que va en aumento, intensidad en la Iglesia en la necesidad de participar más y ser formados en la fe que reclama esa formación.
¿Transfiguración?, ¿cambio substancial?, ¿cambio radical?, ¿cambio físico?, ¿brillo?; la sagrada escritura narra en el evangelio según San Lucas 9, 28-32 que después de la multiplicación de los panes y de varios acontecimientos Jesús toma a Pedro, Santiago y Juan y suben al monte para orar y sucede algo extraordinario: “se transfigura el Señor”, ¿qué origina esa transfiguración en los hombres?, aunque no lo crea esa transfiguración es porque Jesús estaba con su Padre y brillaba en él su gloria, Jesús mostro su santidad, el estado de su vida recta, el gran estado que alcanza el hombre por su noble corazón y de cuanto ha amado, el altísimo brillo en Cristo dejo descubrir los efectos de estar con Dios, ¿usted no se ha visto como está su rostro después de orar?, véase en un espejo y verá lo que refleja.
¿El hombre se puede transformar o transfigurar?; San Pablo bellamente proclama en la 2 carta a los corintios 4:10 Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes la muerte de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Los efectos de Cristo en cuerpo y alma son una realidad, ¿qué tanto efecto se ve de Cristo en usted?; ya fuimos una vez transfigurados por Cristo con su pasión, muerte y resurrección. La clave de esa transfiguración está en creer que Jesús me ha salvado, quizá no lo sepa o no esté consciente de ello, pero un anuncio de ello o una buena noticia transforman esa verdad y prolonga ese encuentro con Dios, Jesús está listo para convertirlo totalmente, transfigurando a su persona integralmente.
San Mateo narra en el capítulo 17, 1-13 que su rostro irradiaba un resplandor indescriptible, su ropa era como el fulgor, ¿usted lo cree?, recuerde que cuando usted sale del confesionario usted tiene un fulgor increíble, pero este se opaca rápido cuando sólo fue para calmar sus remordimientos, este se prolonga cuando esa confesión fue desde el corazón y lo ha movido a la transformación de su alma; su rostro brilla cuando ha recibido al Señor en la eucaristía, su rostro brilla cuando ha escuchado la palabra de Dios. Brillante su rostro de Jesús, su ser divino narra San Mateo, el apocalipsis también lo describe naturalmente Apo 1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos, como la lana blanca, como la nieve; sus ojos como llama de fuego; ¿usted podría describir la gloria de Dios?, seguramente se va a imaginar como algunas películas ponen un resplandor cegador, pero nosotros lo reflejamos cuando somos otro Jesús a lo que estamos destinados: 2Co 3:18 Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu.
La transfiguración que Cristo Jesús hace en el hombre es una obra maestra, a ningún hombre le exige más de lo que pueda hacer, entre más difícil es la prueba mayor es el éxito y el gozo de ese conocimiento del Señor: Rom 12:2 Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo bueno, lo agradable, lo perfecto. Cuando usted ha superado un alcoholismo, una farmacodependencia, un hábito que le quema el alma, un adulterio tiene elogios muy grandes, es digno de poner de ejemplo, pero sí no le lleva esto a ser mejor persona, su vida no ha tenido una transfiguración, solo ha tenido un cambio de actitud y está propenso a una recaída voraz. Su corazón no tuvo nada de transfiguración, no hubo un cambio radical, efectivo de su vida.
Podemos concluir con lo que dijo un ex alcohólico: necesito que me maltraten, que me la mienten, que me hablen sin rodeos para no caer en tentación, ¡no mi amigo! usted lo que necesita es una transfiguración que Jesús hace con su Espíritu santo, una conversión de un corazón de roca en de carne, un cambio de estructuras que le permitan que se unan a usted los personajes importantes de su vida, a quién usted causó problemas con su manera de reflejar la vida; ¿transfiguración del Señor?, ¡claro!, en todo momento y como una urgencia inaplazable, no se puede tener caridad con quién le retrasen su transfiguración de santidad, déjese que su luz brille, que su rostro revele los efectos inminentes de vivir en Cristo Jesús, ¡claro que necesitamos ser transfigurados!, pero por Cristo Jesús.