Del libro de los Jueces 2,11-19. Lunes 19 de Agosto de 2013.
“EL SEÑOR INSTITUYÓ JUECES, PERO LOS ISRAELITAS NI A ELLOS LOS QUISIERON ESCUCHAR”.
Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos de Yavé y sirvieron a los Baales.
Abandonaron a Yavé, al Dios de sus padres que los había sacado del país de Egipto y siguieron a otros dioses. Se postraron ante los dioses de los pueblos que los rodeaban, y atrajeron sobre ellos la cólera de Yavé.
En cuanto abandonaron a Yavé para servir a los Baales y a las Astartés, estalló la cólera de Yavé contra Israel.
Los entregó en manos de salteadores que los despojaron, los vendió a sus enemigos de todo el contorno: ya no oponían más resistencia a sus enemigos.
Cada vez que iban a la guerra, la mano de Yavé se alzaba en su contra para su desgracia, tal como Yavé se lo había dicho y jurado: estaban en una situación desastrosa.
Entonces Yavé les dio jueces que los salvaron de las manos de los que los asaltaban.
Pero tampoco escucharon a sus jueces. Se prostituyeron siguiendo a otros dioses y se postraron ante ellos. Bien pronto se apartaron del camino por donde habían andado sus padres cuando éstos hacían caso a los mandamientos de Yavé. Ellos, en cambio, hicieron todo lo contrario.
Cuando Yavé les envió jueces, Yavé estaba con el juez, y durante toda la vida del juez los libraba de las manos de sus enemigos. Pues Yavé tenía piedad de ellos cuando escuchaba sus lamentos bajo la opresión y la persecución.
Pero apenas moría el juez, volvían a hacer el mal, peor que sus padres. Seguían tras otros dioses, los servían y se postraban ante ellos. No querían renunciar a sus malas acciones y se empecinaban en su camino.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México