Amar a todos. Oremos para que vivamos con toda plenitud el amor de Dios y se manifieste en el amor al prójimo.
Hora Santa
Parroquia de san Pío X
Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…
Padre santo purifica nuestros corazones y llénalos de tu amor para que encontremos la verdadera plenitud que hace al hombre libre para amar y pleno para servirte con valentía.
Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le pregunto para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿Cuál es el mandamiento más grande de la ley?”
Jesús le respondió: “Amaras al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas.
Palabra del Señor.
Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos agrade.
Canto.
Si yo no tengo amor, yo nada soy Señor (2)
· El amor es comprensivo, el amor es servicial
El amor no tiene envidia, el amor no busca el mal
· El amor nunca se irrita, el amor no es descortés.
El no es egoísta, el amor nunca es doblez.
Amar al hermano y a la hermana
Anselmo Grün
El mandamiento del amor al prójimo nos parece una sobre exigencia. ¿Cómo amar a una persona que me resulta antipática, que genera sentimientos negativos en mi? No puedo forzar mis sentimientos, no puedo ser insincero para conmigo mismo ni para con los demás. Si participamos del concepto del amor como una transformación de la realidad a la cual se ha reinterpretado o el buen trato que se dispensa a lo que se ve como bueno, entonces el amor no nos obliga a reprimir nuestros sentimientos negativos ni a fingir una conducta amable para con todas las personas.
El amor deriva de la fe. Nuestra tarea es armonizar nuestra conducta con nuestra manera de ver las cosas. De lo contrario estaremos escondidos en nosotros mismos. No necesitamos generar en nosotros ningún sentimiento de amor. Si descubrimos en el otro un anhelo de bien, que motivemos cada vez más lo bueno en él, que contribuyamos a que lo bueno en él supere más y más lo enfermo y no redimido, lo malo y lo oscuro, de tal modo que toda la persona se haga buena. Amar significa hacer bien al otro, transformarlo cada vez más en una persona buena.
Si la fe es el reconocimiento de una alternativa de solución, entonces el amor es el que aplica esa solución. Como la fe, así también el amor abandona el plano en el cual se juegan juegos interminables. Un juego interminable es el juego de victoria y derrota.
O soy más fuerte o soy más débil que el otro, o triunfo yo o triunfa él. Uno de los dos debe perder. Es un juego sin fin. Porque cuando pierdo, lucho entonces por ganar la próxima vez. Y si no puedo ganarle al mismo contrincante, me busco otro a quien vencer. Porque no puedo soportar ser un eterno perdedor.
El verdadero amor no plantea condiciones a los demás. Los acepta tal cual son. Constata con tal sobriedad lo que hay en ellos: insatisfacción, agresividad, ambición de poder, búsqueda de reconocimiento, intriga, pero también anhelo de bien. El amor no se hace ilusiones, transforma lo que es posible transformar. Suscita lo bueno en la persona enferma y quebrada. El amor no tiene miedo a los conflictos. Cuando surge un conflicto, se pregunta qué es lo que le hace realmente bien al otro. Al elevarse por sobre el plano del conflicto, no se aferrará a las emociones sino que seguirá con consecuencia la búsqueda de una autentica solución. El mero anhelo de armonía esquiva la dura realidad y se refugia en un mundo aparente. En cambio, el amor enfrenta la realidad, la aborda y la transforma. Sólo se puede transformar lo que se ha aceptado. El amor cumple esta ley fundamental de la vida asumiendo lo que encuentra como algo ya dado.
El vuelo del amor acaba en las trivialidades de la vida. Para algunos santos el amor fraterno se manifiesta muy concretamente en la disposición a asumir los servicios diarios y cumplirlos concienzuda y cuidadosamente. El amor debe encarnarse y abrazar la realidad de la vida. La realidad a menudo es austera y consiste en mil pequeñeces. Al otro no sólo lo acepto con sus sublimes pensamientos y sentimientos, sino también con sus costumbres que me crispan los nervios.
Por eso, el amor se pone de manifiesto también en la mutua tolerancia de las flaquezas. En lugar de aferrarse a fantasías, el amor aborda la realidad del otro y de la convivencia, no cierra los ojos ante la realidad, pero se eleva por encima del plano en el cual se riñe. Ve lo invisible en el otro más allá de lo visible, ve su buena intención, su bien núcleo, sus capacidades positivas. Y lo trata desde ese plano. Por ese camino se relativizan muchas disputas. Estas no serán ya tan terriblemente importantes. No se las niega ni reprime, sino que se las acoge y transforma. la utopía termina en resignación, en cambio el amor aborda activamente los problemas de la vida cotidiana, con mucha fantasía, con paciencia, con perseverancia y con humor, que es una típica solución alternativa – en la carta a los Corintios san Pablo describe clásicamente estas cualidades del amor: “La caridad es paciente, el amor es servicial… todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, no acaba nunca.
El amor enfrenta la realidad, la soporta, la transforma, porque cree en el bien que Dios ha depositado en ella. Y porque cree en Dios, en su amor es capaz de transformarlo todo.
Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.
Canto.
Si yo no tengo amor, yo nada soy Señor (2)
· El amor disculpa todo, el amor es caridad.
No se alegra de lo injusto, sólo goza en la verdad.
· El amor soporta todo, el amor todo lo cree
El amor todo lo espera, el amor es siempre fiel.
Oremos a María Santísima.
Madre santísima, tú que viviste impregnada del amor intercede por todos para que amemos intensamente a todos nuestros hermanos, aceptándolos tal como son para así poder avanzar en el camino espiritual y esperar llegar contigo y nuestro Padre al cielo.
1er. Misterio. Cuando un doctor de la ley le pregunta sobre el mandamiento más importante, el Señor le responde uno tras otro, los mandamientos del amor a Dios y del amor al prójimo. El primero lo toma del Deuteronomio “Amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” y el segundo del Levítico “Amaras a tu prójimo como a ti mismo” Se trata pues de mandamientos ya conocidos y tenidos al menos por algunos rabinos como los más importantes.
Oremos para que amemos de todo corazón a Dios y a nuestro prójimo.
2do. Misterio. Pero, lo nuevo está, en que Jesús relaciona estos dos preceptos como fundiéndolos en uno y declarándolo que “estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas “, es decir, la voluntad de Dios revelada en toda la Escritura puede condenarse en el doble recepto del amor a Dios y al prójimo. El cristiano no necesita – como el israelita- fatigarse recordando multitud de preceptos, ni investigar para discernir cuales son los mayores. Basta que se quede con uno, el del amor, con tal que lo entienda y lo viva integralmente como enseño Jesús.
Oremos para que veamos en el prójimo el rostro del amor.
3er. Misterio. Amar a Dios con todo el corazón significa disponibilidad plena a su querer y entremos de manera incondicional a su servicio y justamente porque es voluntad de Dios y para dar forma concreta al servicio, hay que amar al prójimo dándose a él con generosidad. El ejemplo de Jesús lo demuestra claramente: él cumplió la voluntad del Padre poniéndose al servicio de los hombres e inmolándose por la salvación de ellos.
Oremos para que cumplamos la Voluntad de Dios, amando plenamente al prójimo.
4to. Misterio. Su obra redentora es al mismo tiempo expresión de su amor al Padre y a los hombres. El cristiano ha de hacer el mismo camino, no le es posible, por eso, separar el amor al prójimo del amor a Dios, so pena de reducirlo a una simple forma de humanismo: ni el amor a Dios del amor al prójimo, so pena de hacer de él un amor ideal, desencarnado.
Oremos para que demostremos el amor a Dios amando a nuestro prójimo.
5to. Misterio. La síntesis perfecta es la indicada por S. Juan: “Si alguno dice: “Amo a Dios” y aborrece a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento quien ama a Dios, ame también a su hermano”.
Oremos para que veamos el rostro de Dios en todos nuestros hermanos.
Recemos la Coronilla de la Misericordia De rodillas o de pie
Ofrezcámosla para que vivamos en la plenitud del amor de Dios.
Padre nuestro…Ave María… Credo…
En las cuentas grandes antes de cada decena.
Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.
En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.
Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti
Doxología final después de las cinco decenas.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero
(3 Veces)
Permanezcamos unos momentos en silencio ( 5 minutos)
Escuchemos lo que nos dice el Señor:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Reparemos el Corazón de Jesús
Que sufre por tanta indiferencia y por todos los sacrilegios cometidos a su
Presencia real en la Eucaristía, pidámosle nos permita acompañarlo este día
Para reparar sus sufrimientos con nuestros actos de amor.
Repetimos varias veces esta jaculatoria:
Cuerpo y Sangre de Jesús os quiero, os amo y os adoro. Os pido
Perdón y Misericordia por todos los sacrilegios cometidos.
Oremos todos unidos
Señor,
Haz que para amarte con todo el corazón
Me entregue con todas mis Fuerzas a observar tu mandamiento
Y quien desprecia tu mandamiento,
Te desprecia a ti que eres su autor.
Oh caridad,
amor inmenso que abarca cielo y tierra, caridad, amor invencible…
Caridad, vinculo indisoluble de amor y de paz.
Has Señor, que reine entre nosotros esta reina de las virtudes,
Entonces todos grandes y pequeños,
Conocerán ciertamente que somos discípulos tuyos.
B. Olegario.
Canto
Si yo no tengo amor, yo nada soy Señor (2)
Nuestra fe, nuestra esperanza, frente a Dios terminará
El amor es algo eterno, nunca, nunca pasará
¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!