Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Hora Santa
Parroquia de San Pío X
Se reza la Estación del Sagrado Corazón…
Ábrenos Señor, la herida de tu Costado. Somos los hijos de María Inmaculada. Tus hermanos, los más pequeños, que nos has colmado de gracias. ¡Deseemos desahogarnos contigo, hablándote en el idioma que Tú mismo enseñaste a tus amigos íntimos, cuando los llamaste a grandes voces, desde Belén hasta el Calvario y siglos más tarde, desde el altar de Paray-le-Monial, ante Santa Margarita María Alacoque!
Lectura del Santo Evangelio según san Juan 19, 31-37 De pie
Como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, los judíos pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera los que dice la Escritura: No le quebraran ningún hueso y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Palabra de Dios.
Meditemos en silencio durante 5 minutos y oramos.
Canto
Corazón santo- tu reinaras tu nuestro encanto siempre serás (2)
· Jesús amante, Jesús piadoso, dueño amoroso, Dios de piedad
Vengo a tus plantas, si Tú me dejas, humildes quejas a presentar.
· Divino pecho donde se inflama, la dulce llama de caridad
¿Por qué la tienes tan encerrada y no abrasada la tierra está?
Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
José Luis Lazcano Espinosa
Ustedes son el rebaño de mis amores, suban y acérquense a mi pecho herido, para contarles con intimidad a ustedes, que son mis predilectos, otra pena muy honda.
¡La falta de confianza de parte de mis amigos!
Estos no me aman con el abandono de sencillez y de paz que tanto anhelo. Tal vez desconfían o recelan de este Señor de Caridad. No creen lo bastante en mi inmenso amor. Me temen, tiemblan y se alejan. ¡Que dolor el mío, al no sentirme realmente amado, habiendo solo para esos hijos rebeldes un Dios de caridad y perdón! ¿Qué más puedo hacer para curar ese mal de desconfianza que hace estragos enormes en la viña rica y elegida, en el campo de mis amigos predilectos? ¡Como me duele ver que no se atreven a considerarme como amigo! ¿Por qué? En vano les repito la afirmación del Evangelio, cuando les dije a mis apóstoles “No teman soy yo. Ustedes son de veras mis amigos” todo en vano, porque muchas almas se empeñan en resistir a ese llamado de ternura y con un sentido de temor que Yo no acepto, no son capaces de aceptar para si ese título, que es gloria mía. No quieren, no se atreven a saborear el néctar delicioso de una amistad que Yo mismo les ofrezco. He dejado por ustedes, desde hace siglos, el manto de majestad que hubiera podido justamente darles miedo. Y con todo, siguen temblando y temiendo. Pongan los ojos en mi cuna. Mírenme en ella, pobre, manso y pequeño, más pequeño que cualquiera de ustedes, para presentarme como Hermano y atraerlos a mis brazos. ¡Y aún así siguen temblando y temiendo! Vengan penetren conmigo en la casita humilde de Nazaret. Mediten en esa vida, sencilla como la de ustedes y mucho más todavía. Díganme ¿Qué encuentran en esa vida de oscuridad, de llaneza y de trabajo que les espanta? ¿Siguen temblando y temiendo? ¿Será tal vez, el esplendor de mi vida pública?, la que los atemoriza. ¿Por qué? Miren cómo al hablar, al tener los brazos, las turbas me siguen. Miren como los pequeñitos y los enfermos, los mendigos, los pecadores y todos los desdeñados, los leprosos morales, acuden a Mi, se precipitan y se disputan el honor y la dicha de estar a mi lado. ¿Ustedes almas muy amadas? Ustedes saben que soy el mismo Jesús ¡Y con todo y eso siguen temblando y temiendo! Si tomara en cuenta su desconfianza, no me atrevería a invitarlos como a Zaqueo, como a Simón y Leví y como a tantos otros publicanos y pecadores al banquete de mi divina misericordia, porque tal vez por temor me harían un desaire, rechazando mi amorosa invitación, ¿Olvidan entonces que he venido a salvar todo lo que había perdido? ¿Lo habían olvidado? ¿Han olvidado las maravillas de mi amor y mi ternura, realizadas en la Ultima Cena? ¿No recuerdan mis postreras palabras de esperanza y de perdón en el Calvario, cuando les legue a mi Madre, que es de ustedes, realizando el supremo testamento de mi caridad? Y en fin, aquí me tienen en la Hostia, más aniquilado aún que en mi cuna. Más pobre que en Nazaret. Más dulce, más paciente, tierno y misericordioso que en Samaria, Cafarnaún y Galilea. ¿Me están creyendo? ¡Más Salvador, si es posible, que en mi misma Cruz! Aquí en la Sagrada Eucaristía, soy más que nunca un Dios-Amor. Y al nombrarles todo esto ¿Siguen temblando y temiendo? Díganme entonces almas mías, muy amadas de mi Divino Corazón. ¿Qué más debo hacer para disipar tus temores, para provocar alertar la inmensa confianza que exijo de aquellos que llamo amigos? ¿Esta debe ser la prueba por excelencia de su amor? ¡Piensen que la virtud que salva, es la Caridad! En mi Divino Corazón esta virtud toma nombre de misericordia y en el corazón de mis verdaderos amigos, se llama virtud de confianza y abandono. Sin que ustedes lo declaren. Yo sé leer en las almas y leo en ustedes la razón aparente de ese temor. Y antes que me lo digan, les diré Yo el porqué, ¡Son los pecados de su vida pasada! Pobrecitas almas. Palidecen con solo nombrarles esto. Y su recuerdo les tortura con exceso. Eso les mengua mi amor ¿Sus pecados? Confíenlos a mi Corazón y no duden que ya han sido perdonados desde el momento en que se arrepintieron de ellos y fueron confesados. Yo los perdoné y los olvide. Lo que necesitan, en vez de temer, es creer, pero creer con inmensa fe de mi amor y empezar a amar. Vengan, acérquense y arrójense al abismo de ternura de mi amante Corazón, no teman. Aprovechen almas queridas, la gracia de la hora presente, hora bendita de la luz de fuerza y de piedad. Sus pecados los he arrojado al abismo del eterno olvido. Ya no existen, los he aniquilado. Háganme el honor y denme el inmenso placer, con fe sin límites, de aceptarme a Mi, su Jesús. ¡Este es su Salvador!
Meditamos 5 minutos y oramos de acuerdo a lo que leímos.
Canto
Tu reinaras, este es el grito que ardiente exhala nuestra fe,
Tu reinaras, Oh Rey bendito pues tu dijiste Reinare
Reine Jesús por siempre, reine su Corazón
//En nuestra Patria, en nuestro suelo, que es de María la Nación//
Oremos a María Santísima
Nuestros corazones arden con el fuego que nos ha comunicado el Sagrado Corazón de Jesús. Necesitamos oraciones para que interceda por nosotros.
1er. Misterio. No son ustedes los que me han elegido como su Amigo intimo, sino Yo, su Jesús, serán mis íntimos por condescendencia mía. Soy Yo quien se inclina hacia ustedes. Yo quien les ruega que acepten la dulce intimidad de mi Divino Corazón.
Oremos para que seamos amigos íntimos de Jesús
2do. Misterio. Consideren con que abandono y con qué perfecta intimidad, suprimidas todas las distancias, me entrego en la Hostia consagrada a ustedes. Penetren en el misterio augusto del Altar.
Oremos para que amemos a Jesús Eucaristía.
3er. Misterio. Hace siglos que subo por amor a ustedes la cuesta del Calvario y rara vez encuentro en ese camino de amargura al Cirineo amigo, que me aliviane la pesadumbre de la Cruz, ¿Dónde están mis amigos? ¿Qué se han hecho en la hora de la tribulación los que me protestaron su amor?
Oremos para que amemos y aceptemos nuestra cruz.
4to. Misterio. ¿Quisieran unirse ustedes con amor de sacrificio a ese rebaño pequeñito, pero esforzado y resuelto, que me siguió hasta la cima del Calvario? O ¿Tendrán el valor de abandonarme en la Vía Dolorosa?
Oremos para que seamos fieles al rebaño pequeñito.
5to. Misterio. Denme el consuelo de comprender ustedes, mis íntimos, que Yo nunca soy más dulce y tierno, ni más amante, ni más Jesús que cuando confiando en ustedes, les hago entrega del tesoro de la Cruz y de mis lagrimas y este tesoro es todo de ustedes. Y ahora contéstenme ¿Se siente con valor de comer de mi pan y beber de mi cáliz?
Oremos para que seamos capaces de beber el cáliz de su Divino Corazón.
“Entonces mi Jesús, abriéndose el Corazón, sacó de él una llama tan ardiente que creí que me iba a consumir. No pudiendo soportar el dolor que me producía, le pedí que se apiadara de mi debilidad. En ese momento me dijo”
“No temas, yo seré tu fuerza. Oye solamente lo que deseo de ti, para el cumplimiento de mis designios. Dos cosas te pido. La primera, comulgar el viernes primero de cada mes por vía satisfactoria. La segunda, que te levantes todas las semanas, en la noche del jueves al viernes, en expiación de todos los pecados de los hombres, postrándote en tierra durante una hora, para consolar mi Corazón d ese abandono universal, que sufro con gran dolor”
Meditemos en silencio por 10 minutos
¿Arde tu corazón de amor por Jesús? ¿Qué puedes hacer para que arda? ¿Qué le impide que arda? ¿Qué tienes que ordenar en tu vida? Habla con Jesús.
¿Cuál es tu debilidad? ¿Ya se la has entregado a Dios? ¿Luchas contra ella? ¿Le has pedido a Jesús fuerzas para ser fuerte? Háblale de esto a Jesús
El nos pide dos cosas: ¿La devoción de los viernes primeros los hago? ¿Por qué? ¿Deseo renovar esa práctica por amor? Díselo a Él.
¿Frecuento el sacramento de la Penitencia? ¿Por qué? ¿Tengo deseos de ser santo? Pídele a Él te de ese regalo.
¿Me he postrado alguna vez ante Jesús? ¿He intercedido por alguien? ¿Tengo deseos de reparar el dolor de Jesús por los pecados de nosotros? Habla con Jesús en el interior de tu corazón. Haz un compromiso de amor con Él.
Canto
//Cuando miro tu santidad, cuando siento tu gran amor,
Cuando lo que me rodea se aclara con tu luz.
Encuentro gozo en mi corazón y tu reinas en mi voluntad
Cuando lo que me rodea se aclara con tu luz
Te adorare, te adorare, yo vivo por ti y te adorare
Te adorare, te adorare, yo vivo por ti y te adorare
“Durante la octava de Corpus, en junio de 1675, estaba de rodillas cerca de la reja del coro. Con los ojos fijos en el Tabernáculo. Acababa de recibir gracias excesivas de su amor, cuando repentinamente Nuestro Señor se me apareció sobre el altar y descubriéndome su Divino Corazón me dijo: “Mira mi Corazón que ha amado a los hombres tanto, que no ha omitido medio alguno hasta sacrificarse, para darles testimonio de mi amor, en cambio no recibo de la mayor parte, más que ingratitudes, irreverencias, desprecio y sacrilegios. Y mucha frialdad en el Sacramento de mi amor. Y lo que me es más doloroso todavía, es que todo proviene de los corazones que me están consagrados. Por todo esto, te pido que el primer viernes después de la octava de Corpus, se dedique a una fiesta particular para honrar a mi Corazón y comulgar ese día en desagravio por las injurias que he recibido. Y yo le prometo que mi Corazón se dilatará para derramar con abundancia, las gracias de mi amor, sobre cuántos lo honren o procuren que sea honrado.
Meditamos en silencio 10 Minutos.
¿Cómo he honrado el Sagrado Corazón? ¿Cómo deseo honrarlo ahora? ¿Cómo compartiré este amor que recibo de Él? ¿Experimento su amor en este momento?
Conozcamos las promesas del Sagrado Corazón de Jesús
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado
2. Pondré paz en sus familias
3. Les consolare en todas sus aflicciones
4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte
5. Bendeciré abundantemente sus empresas
6. Los pecadores hallaran misericordia
7. Los tibios se harán fervorosos
8. Los fervorosos se elevaran rápidamente a gran perfección
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi corazón sea expuesta y venerada
10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Quien propague la devoción su nombre estará escrito en mi Corazón y no lo borrare.
12. Daré la penitencia final al que comulgue 9 viernes primeros, mi Corazón será su asilo.
13. No perecerá ninguno que se me consagre.
¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!