Las llagas de Cristo. Oremos por todos los sacerdotes.
Hora Santa
Parroquia de san Pío X
Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…
Jesús mío, hoy queremos amar y bendecir todos los sagrarios y lugares donde te encuentras presente, queremos acompañarte espiritualmente y ofrecerte todo cuanto tenemos y somos, suplicarte por la conversión de todos los sacerdotes del mundo, los enfermos del cuerpo y del alma sobre todo aquellos que son más tentados, aquellos a los que ha tambaleado su fe ayúdalos a crecer en la oración y en el amor.
Leemos pausadamente
Del libro de los salmos 21, 1-18 De pie
Dios, mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado? Yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo, al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza diciendo: “Acudió al Señor que lo ponga a salvo, que lo libre, si tanto lo quiere”… Me acorrala un tropel de novillos, me cercan los toros de Basán; abren contra mí las fauces leones que descuartizan y rugen… Tengo los huesos descoyuntados. Mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar, me aprietan contra el polvo de la muerte. Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una bandada de malhechores, me taladran las manos y los pies, puedo contar todos mis huesos
Palabra de Dios
Meditamos en silencio y compartimos la frase que más nos agrade.
Canto
Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, perdónale Señor
//No estés eternamente enojado// perdónale Señor
Por tus profundas llagas crueles, por tus salivas y por tus hieles, perdónale Señor.
Las llagas de Cristo
Las llagas de Cristo, que consideramos hoy en sus dolores atrocisimos, son la fuerza, el refugio y el descanso de nuestras almas que luchan. La Iglesia aplicara a Jesús muchos pasajes de los Profetas y Salmos para hacernos ver lo terrible de los sufrimientos del Salvador. Por ejemplo: “Fue llagado por causa de nuestras maldades”. Los pecadores aumentaron más y más el dolor de mis llagas. Pondrán sus ojos en mí, a quién traspasaron, mientras se preguntaran ¿Qué llagas son esas en medio de tus manos? Y oirán la respuesta: Estas llagas me abrieron en casa de mis amigos. Cuando miramos las llagas del Crucificado, nos dominan personalmente dos sentimientos profundos: el dolor y la esperanza.
Primero, el dolor ¿Quién causo semejante cacería? Yo y nadie más, que yo, como confieso con el poeta: “La piel divina os quitan- las sacrílegas manos- no digo de los hombres, pues fueron sus pecados.
Segundo, la confianza ¿Qué puedo temer? Nada ¡Pues todo eso fue para mí, para dejarme patente la puerta de la Gloria! “Nadie tendrá disculpa –diciendo que cerrado – halló jamás al Cielo. Si el cielo va buscando. Pues vos, con tantas puertas- en pies, manos y costado, -estáis de puro abierto – casi descuartizado”
Ha sido creencia común en la Iglesia que Jesucristo conserva en su cuerpo resucitado esas llagas ahora llenas de gloria, como nos dice San Ambrosio: “Ha querido conservar hasta en el Cielo las heridas que recibió por nosotros, para corroborar nuestra fe y enardecer nuestra devoción y porque quiere mostrar siempre a Dios el precio de nuestro rescate.
A esto añade San Juan Crisóstomo: “Cristo conservó las llagas de su Cuerpo para que en el día del juicio den testimonio de su pasión contra los que niegan al hijo de Dios Crucificado” ¿Qué excusa podrán presentar los condenados al ver en estas llagas lo que Cristo hizo por ellos?
Y con estas llagas aparece Jesús ahora ante los ojos de mi fe aquí ante tu presencia ¡Cuánto te amo Jesús! ¡Cómo me aseguran estas llagas que me sigue amando y que no cesa de interceder por mí ante el Padre!
Todos. ¡Dentro de tus llagas escóndeme! ¡Cuántas veces te lo he dicho Señor! Ahora te lo digo con más convicción que nunca. En estas llagas tuyas hallo yo mi refugio. Dentro de ellas no temo la prueba y la tentación. En ellas encuentro mi fuerza al sentirme débil. En ellas, el estimulo en las luchas de la vida. En ellas, mi descanso en las fatigas. En ellas el lenitivo en mi dolor. En ellas, la seguridad de mi salvación.
Leemos en silencio meditando y orando espontáneamente
A cada frase respondemos salmodiando.
Jesús, llagado despiadadamente en tu Pasión
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en todo tu Cuerpo por la flagelación
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en tu sagrada cabeza por las espinas.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, Llagado en tus hombros por el pesado patíbulo
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en la cruz por los crueles clavos
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en tu costado por la lanza del soldado
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para demostrarnos tu infinito amor
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para ser perdón de nuestros pecados
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para encontrar en ti nuestro refugio
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llago para ser nuestra fuerza en la lucha
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para ser Tú nuestro descanso
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llago para que te amemos como Tú nos amas
Dentro de tus llagas, escóndeme.
Todos: Señor Jesús, tus llagas, ahora cinco soles en el Cielo, le están diciendo al Padre lo mucho que nos amas y has hecho por nosotros. Ellas expían mis pecados, diciendo ¡Perdónalos, Señor! Ellas son mi esperanza. ¡Sálvanos, Señor! Ellas son mi amor ¡Haz que te quiera, Señor!
En mi vida. El Papa Inocencio VI escribió: ¿Qué cosa más saludable que estas llagas, de las cuales procede nuestra salvación y en las cuales pueden curarse siempre las almas? Y el Padre Nieremberth dice emocionadamente: “¡Que son esas cinco llagas sino otras tantas bocas que están jurando que Vos me amáis?” Entonces puedo y debo hacerme dos preguntas. ¿Lavo con frecuencia las manchas de mi alma en la Sangre que fluye de las llagas de Cristo, sobre todo en el Sacramento de la Penitencia? ¿Puedo jurarle yo con mis sacrificios a Cristo que le amo, lo mismo que Él me jura su amor a mí?
Meditemos en silencio.
Canto
Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, perdónale Señor.
Por los tres clavos que te clavaron, y las espinas que te punzaron, perdónale Señor
Por la abertura de tu costado, no estés eternamente enojado, perdónale Señor.
Oremos
Contemplando el Cuerpo de Jesucristo atravesado por las llagas profundas, pedimos al Padre:
Señor Dios nuestro, ten piedad de tu pueblo.
Tú Señor Jesús, que secabas las lagrimas de todos los que lloraban y acudían a ti,
Pon tus ojos de bondad en los pobres y en todos los que sufren
Escucha de modo especial los gemidos de los agonizantes
Y mándales tus santos ángeles que los conforten y lleven a ti, junto con aquellos que les precedieron con el signo de la fe
Que los que viven alejados de tu gracia con peligro de perder su salvación
Vuelcan confiados sus ojos a ti, que salvas a todos los que redimiste con tus llagas benditas
Y a nosotros danos tu bendición
Para que perseveremos en tu gracia y en tu amor.
Cantamos el Padre nuestro…
Todos. Señor sacramentado aquí en la santa Hostia nos ofreces tus llagas, igual que a los apóstoles el día de la Resurrección, como fuentes del agua viva del Espíritu. ¡Llagas benditas, que fueron nuestra salvación! Las adoramos, las besamos con pasión y en ellas saciamos y agotamos nuestra sed de Dios. Amén.
Testimonio.
Santa Coleta, al levantarse la Hostia en la consagración, vio a Jesús todo llagado, mientras decía “¡Padre! Mira mis heridas, mi cuerpo desangrado, mis dolores y mi muerte. ¡Todo por los hombres pecadores! Que mi sacrificio no sea en vano. ¡Sálvanos por mi amor, por mis dolores, por mis espinas y por mis llagas!
Jesucristo imprime místicamente en nosotros sus cinco llagas de Jesús”. Lo expreso maravillosamente Santa Verónica Giuliani al narrarnos como se le imprimieron a ella. “Vi salir como llagas de Jesús cinco rayos brillantes que se dirigían hacia a mí. Luego se convirtieron en pequeñas llamas. En cuatro de ellas vi los clavos y en el quinto una lanza de oro toda candente. La lanza me atravesó el corazón de parte a parte, los clavos me atravesaron manos y pies. Sufrí dolores indecibles y me sentí como transformada en Dios. Luego que me quede llagada, volvieron los rayos de luz otra vez a las llagas de Jesús”. En cada Comunión se reitera místicamente en nosotros esta gracia, hincada en el bautismo.
Recemos la Coronilla de la Misericordia De rodillas o de pie
Ofrezcámosla por las necesidades de todos los sacerdotes
Padre nuestro…Ave María… Credo…
En las cuentas grandes antes de cada decena.
Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.
En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.
Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti
Doxología final después de las cinco decenas.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero
(3 Veces)
¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!