San Beda el venerable
Nació en el año de 673 en Wearmouth y en el año de 735 murió en la ciudad de Jarrow, las ciudades de su nacimiento y muerte pertenecen al país de Inglaterra. Se distinguió como un excelente copilador, divulgador y traductor del saber antiguo.
Fue un magnifico introductor de la enseñanza de los santos padres de la Iglesia en Inglaterra, iniciador de la lengua inglesa y escrita, su dedicación al estudio de la historia de Inglaterra lo hacen ser recordado como aquel hombre que se veía en el estudio de su país.
En el año de 735 se hizo monje y se retiró a un monasterio, estudiando, dando clases, copiando obras antiguas y escribiendo obras propias donde trataba temas culturales, históricos, teológicos, bíblicos de divulgación y espiritualidad; entre sus muchos escritos también hay una gran cantidad de cartas de diversa índole.
En su libro “”Historia de Inglaterra””, narra él mismo sus datos personales. Dice así: “”Yo, Beda, siervo de Cristo y sacerdote, y monje del monasterio de San Pedro y San Pablo, de Inglaterra, nací en este país. A los siete años me llevaron al monasterio para ser educado por los monjes.
San Beda escribió más de 60 libros. En él se cumplió el principio psicológico que dice: “”Quien se dedica a una sola actividad, y con toda su alma, puede llegar a obtener admirables triunfos””. El se dedicó a la actividad de escritor y su sabiduría fue admirada no sólo en Inglaterra sino en toda Europa.
Una carta de uno de sus secretarios cuenta lo siguiente: “”El día anterior a la fiesta de la Ascensión sintió en su cuerpo que se agravaba su enfermedad y dijo a los escribientes que copilaban sus palabras: “Apuraos, porque nos queda poco tiempo, y veo que el Señor ya me va a llamar hacia El”. Uno de los secretarios le dijo: “Padre, queda por traducir una frase”,Los caminos del Señor son tan distintos que esta frase quedaría para toda la vida, historia y cuando el santo la terminó de dictar, el joven dijo: “Padre, ya todo está terminado”, y él respondió: “Tienes razón todo está consumado” y luego llamó a los monjes y les repartió sus bienes, una pequeña herencia, en realidad nunca la iba a utilizar, he ahí que hasta en el último momento la santidad de San Beda afloraba y dio como regalo todo lo que tenía en su habitación, y pidió al enfermero que lo arrodillara allí junto al sitio donde tantas veces había rezado y cantado al Señor, y diciendo emocionado: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” expiró santamente””. Era el 25 de mayo del año 735