San Hilario de Arles
Hombre de letras, de palabra fácil y brillante, con el éxito asegurado por su talento, no se rindió sin lucha a la vida de renuncias y de sacrificio que le proponía abrazar su pariente san Honorato, el abad de Lérins, cuando trataba de convencerle a su paso por la Borgoña.
Más tarde le encontramos como monje en Lérins, donde será el segundo abad cuando Honorato sea nombrado obispo de Arles, y en el 429, a la muerte de su maestro en la silla episcopal de Arles cuando posiblemente no había cumplido aún treinta años.
Fue un obispo memorable, que solía recorrer su diócesis, aunque nevase, que predicaba horas y horas a sabios y a ignorantes, queriendo que todos compartiesen el tesoro de su fe, y que era compasivo y tierno con los pecadores, y duro hasta la denuncia pública y arriesgada con los grandes personajes.
Excesivo también, según las normas de lo que hoy se llama circunspección, era su amor a los pobres, y para poder hacer más limosnas vendió los vasos sagrados y trabajaba con sus propias manos, cultivaba los campos y trenzaba redes y esteras, pero la Iglesia no parece habérselo tenido en cuenta y le propone como modelo de ímpetu arrollador por la causa del Bien sin contemplaciones.
Existe un número de escritos que se atribuyen a San Hilario, pero están lejos de ser auténticos. Pere Quesnel los coleccionó todos en un apéndice al trabajo en el que ha publicado los escritos de San Leo.
San Ángel de Sicilia
Etimológicamente significa “mensajero”. Viene de la lengua griega.
Este “ángel de Jerusalén”, como se le solía llamar, nació en esta ciudad en el año 1185 y murió en Sicilia el 5 de mayo del 1220.
A veces no hay suerte en el recorrido que se hace cada día por el santoral. En el caso de Angel, no hay mucho material en el que fijarse para estudiarlo brevemente.
Con motivo de su martirio, uno de sus hermanos, el P. Henoch de Jerusalén, se montó una biografía fantástica e irreal de su hermano.
Los Padres Carmelitas, cuando hicieron la reforma del Breviario en 1932, señalaron algunas de las cosas extrañas que se cuentan de Angel.
Dicen que nació milagrosamente del seno de una judía convertida y que bien podría haber sido su bisabuela. A pesar de su edad, le daba el pecho cada día aunque fuera ya un ermitaño mayor y asceta.
Tan sólo se negaba a tomarlo el viernes, porque era su día de penitencia.
Pero desde que empezó a evangelizar a Palestina, comenzó a obrar milagros y prodigios ante la expectación de la gente. Lo mismo podía hacer caer fuego del cielo o que se hundieran los barcos de los sarracenos en el mar; lo mismo que podía dejar ciegos a quienes no prestasen atención a sus palabras que parar las aguas del río Jordán.
Y así enumera muchos prodigios atribuidos imaginativamente a su hermano Angel. Una pena.
Ante tanto prodigio, se levantaron algunos que no lo creían e incluso lo amenazaron de muerte.
Fue entonces cuando cogió el camino del desierto en el que permaneció durante cinco años, hasta el día en que Cristo, rodeado de ángeles u santos, vino a anunciarle que partiese para Italia.
La verdad histórica es que entró en los carmelitas de Palestina a los 18 años, lo ordenaron de sacerdote y que en 1219 lo enviaron a Roma para defender los derechos de la Orden carmelitana. De aquí se largó para Sicilia con el fin de combatir a los cátaros. Y en Sicilia le dio muerte un señor que había pecado de incesto.
No es mucho lo que se sabe críticamente de su vida.
Un Catálogo de Santos de finales del siglo XIV, al parecer bastante digno de crédito, nos trae estas sucintas noticias: Vivía en el Monte Carmelo y junto con otros carmelitas, por los años 1220, vino a Sicilia.
Fue un celoso predicador, convirtiendo a muchos miles de infieles a la fe de Jesucristo.
Llegó a Roma en compañía de otros carmelitas procedentes del Monte Carmelo para obtener del papa Honorio III la aprobación de la Regla del Carmen, gracia que se obtuvo el 30 de enero de 1926.
En la Basílica del San Juan de Letrán se encontró con Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís. El santo carmelita predijo las Llagas al Seráfico Padre y éste, a su vez, le anunció que pronto moriría mártir de Jesucristo.
Predicó con gran fruto en varias ciudades de Sicilia, sobre todo en Palermo, Agrigento y Licata. Predicando un día en esta última ciudad, el famoso Berengario, pecador público, por odio contra Ángel por haber traído al buen camino a su hermana, le asestó cinco estocadas, muriendo poco después, en la primera mitad del siglo XIII.
Su iconografía es bastante abundante en toda la Orden y se le representa con una espada clavada en el corazón y con una palma con tres coronas: virgen, doctor y mártir.
Ya en el siglo XIV estaba muy extendido su culto.
El Capitulo General de 1498 mandó celebrar su fiesta en toda la Orden.
En Sicilia, y especialmente en Licata, se le profesa una gran devoció