Hijo pródigo. Lope de Vega
¡Oh cuántos labradores
En casa de mi padre
Tienen sobrado el pan! Yo, triste, solo,
Aquí perezco de hambre;
Más si por dicha advierto
En su misericordia y que le cuesta
Su sangre mi pecado,
Iré y diréle: “Padre,
Pequé contra los cielos,
Y contra ti, y confieso
Que no soy digno de llamarme hijo;
Hazme tu mercenario
Porque tenga sustento necesario”
¿Qué pienso? ¿Qué miro?
Mas, ¡ay! su furor temo;
Pues ¿Heme de quedar entre estos puercos,
Donde de sus bellotas
Apenas puedo hartarme?
¿Estaréme más tiempo en mis pecados,
Sin hacer penitencia?
¿No es mejor que a sus plantas,
Clavadas por mi culpa
En una Cruz, le diga
Que estoy arrepentido y que es mi Padre?
Ánimo, que Dios quiere
Que me convierta y su piedad espere.