Reconocimiento y vivencia del Señorío de Jesús.
Reconocimiento y vivencia del Señorío de Jesús
Reconocer a Jesús no se logra solamente con el hablarnos bien de él, con verlo en fotografías, en organigramas de las arquidiócesis, dentro de las parroquias en la cruz, etc. Sino que lo debemos hacer con apertura interior.
Reconocer a Jesús como Señor no lo hace el hombre por una decisión de su propia voluntad o por un esfuerzo de la mente; eso no lo logra la carne ni la sangre (Mt. 16, 13ss) es una gracia de lo alto, es Luz del Espíritu Santo.
Admitir el Señorío de Jesús, afirma Pablo en su primera carta a los Corintios, no se puede lograr sino con la fuerza del Espíritu (1 Cor 12,3) y Juan añade que todo el que confiesa a Jesucristo venido en carne, ese es de Dios (1 Jn 4,2).
En la actualidad, en los ambientes de la Nueva Evangelización y la Renovación Carismática, se está gritando jubilosamente ante el mundo que: “JESUS ES EL SEÑOR”, bajo esa profesión de fe se están congregando a lo largo y ancho del mundo miles y miles de evangelizados renovados, y también de los carismáticos. Lamentablemente para descontento de nuestro padre Dios, para muchos es solamente eso, euforia. La soberbia, las envidias, el querer ser el primero y único que lo sabe todo, ha desvirtuado completamente la intención de algunos pastores de la iglesia de querer esforzarse para continuar con el plan de salvación de Dios.
Recordemos que el Papa Pablo VI tembló de entusiasmo ante ese grito alborozado en la Basílica de San Pedro, el 19 de mayo de 1975, en el cual todo mundo gritaba que “JESUS ES EL SEÑOR”.
Esa es la afirmación que hoy nos toca y debemos dar nosotros los que ya hemos tenido un encuentro personal con Jesús, eso es lo que nos pregunta la Iglesia y lo que de nosotros espera el mundo. Porque a muchos de nosotros los bautizados hoy se nos pregunta: Dónde está Jesús, cabeza de la Iglesia? Dónde Jesús el Señor? Muchos tienen sed, y nos exigen de alguna manera mostrarles dónde está Jesús.
“Si eres obispo de la Iglesia, si eres Sacerdote, presbítero o diácono de Jesucristo, si eres cristiano, si predicas la palabra o celebras los sagrados misterios, si El es tu Señor y tu cabeza… deja que yo lo vea, que lo conozca a través de ti, de tu testimonio de vida, que no me bloquee en quien es el siervo, sino que tenga acceso a Él. Sé translúcido para mí y déjame verlo, es un Dios de todos y para todos. ¡Que yo también pueda aceptarlo como mi jefe y mi cabeza, como mi guía y mi maestro! Que yo también pueda adorarle y servirle como a mi único Señor”.
Ante esta petición de muchos que están alejados de la iglesia, nuestra respuesta no puede quedarse en silencio; es un imperativo para nosotros (los evangelizados, pastores, presbíteros, diáconos, seglares, religiosos (as)) proclamar en la autenticidad de nuestras vidas diarias que JESUS ES EL SEÑOR.
Compártelo, da ejemplo, y dalo a conocer. AMEN