De la carta a los Hebreos 6,10-20. Martes 22 de Enero de 2013.
“CONTAMOS CON LA ESPERANZA, QUE ES COMO UN ANCLA FIRME Y SEGURA”.
Dios no es injusto para olvidar lo que han hecho y cómo han ayudado y todavía ayudan a los santos por amor de su Nombre.
Solamente deseamos que cada uno demuestre hasta el fin el mismo interés por alcanzar lo que han esperado.
No se vuelvan flojos, sino más bien imiten a aquellos que por su fe y constancia consiguieron al fin lo prometido.
Tomen el ejemplo de Abrahán. Dios le hizo una promesa que confirmó con juramento y, como no había nadie más grande que Dios por quien jurar, juró invocando su propio Nombre:
Te colmaré de bendiciones y te multiplicaré sin medida.
Y, perseverando, Abrahán vio realizarse las promesas de Dios.
Los hombres juran por alguien mayor que ellos, y cuando algo es dudoso, el juramento pone fin a la discusión.
Por eso Dios también confirmó su promesa con un juramento, para demostrar a sus destinatarios que nunca cambiaría su decisión.
Tenemos, pues, promesa y juramento, dos cosas irrevocables en las que Dios no puede mentir y que nos dan plena seguridad cuando dejamos todo para aferrarnos a nuestra esperanza.
Esta es nuestra ancla espiritual, segura y firme, que se fijó más allá de la cortina del Templo, en el santuario mismo.
Allí entró Jesús para abrirnos el camino, hecho sumo sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México