Las parábolas de Jesús. Oremos por todos nuestros sacerdotes para que ellos también sean imagen de Jesús. Hora Santa
Parroquia de San Pío X
Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…
Dios nuestro que en tu corazón hay un amor predilecto por todos nuestros pastores, te pedimos por nuestros sacerdotes para que sean totalmente santos, que vivan su sacerdocio con generosidad y responsabilidad.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que me había perdido” Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse”.
Palabra del Señor
Releemos en silencio y en voz alta compartimos la frase que más nos guste.
Canto
Eran cien ovejas que había en el rebaño, eran cien ovejas que amante compro
Pero una tarde al contarlas todas, le faltaba una, le faltaba una y triste lloró.
La noventa y nueve, dejo en el aprisco y por la montaña a buscarla fue
La encontró gimiendo, temblando de frío,
La tomo en sus brazos, curo sus heridas y al redil volvió.
Esta misma historia vuelve a repetirse, todavía hay ovejas que extraviadas van,
Van por este mundo sin Dios sin consuelo, sin Dios sin consuelo
Sin Dios sin consuelo y sin su perdón.
Yo era esa oveja, que andaba perdida, lejos de mi Cristo lejos de Jesús
Pero un día el maestro, me tendió su mano, me tomo en sus brazos,
Curo mis heridas y al redil volví.
La parábola de Jesús
Jesús, imagen de los hombres. Anselmo Grün
Jesús no es solo terapeuta, sino también un excepcional narrador de parábolas. En las parábolas, el puede presentar su esclarecedora visión de Dios y de los hombres. Las parábolas tienen la función de aceptar a los hombres allí donde él se encuentre. A menudo, Jesús narra en las parábolas situaciones cotidianas de los hombres o describe el trabajo en el campo. Es evidente que Jesús responde a los sentimientos de quienes le escuchan cautivándoles. Una vez más, abre sus miradas para elevarlas hacia Dios; una vez más, les dirige a lo alto: “Así es Dios, así trata Dios con nosotros”. Jesús no habla de Dios de modo abstracto, sino que comienza desde el hombre. Habla de Dios y de cómo se comporta partiendo de los hombres de su vida diaria, para que todos los que le oyen le puedan entender. Recurre a las parábolas para transformar a los oyentes y proporcionarles una nueva visión de Dios y del ser humano. En las parábolas, encontramos a Jesús en su estilo más primitivo y personal de hablar de Dios. Lucas ha compuesto las parábolas que narra Jesús con tanto arte que no sólo los griegos son representados en ellas, sino que también nosotros somos tocados hoy en el corazón.
El teólogo Hans Weder opina que el lenguaje de las parábolas no es sólo poético, sino poético, lo que significa que crea una nueva realidad. Esto permite a los oyentes a los lectores acercarse al Reino de Dios, al Reino de Dios aproximado a la realidad por medio de las parábolas.
En las parábolas específicas de Lucas reconocemos una tendencia característica de este autor, consiste en que junto a los ejemplos del mundo de los hombres siempre presenta otras cosas propias del mundo de las mujeres. Así, por ejemplo, coloca junto a la parábola de la oveja perdida, que pertenece al mundo masculino de las tribus de pastores, la parábola de la moneda perdida, en la que el personaje principal es una mujer. Junto al administrador sagaz. Lucas presenta a la viuda intrépida que no tiene ningún miedo del juez impío. Hablar correctamente de Dios significa para Lucas unir a la vez ánima y animus para ver en Dios lo masculino y lo femenino. Y es que sólo podemos hablar correctamente del ser humano si vemos bajo el mismo prisma al hombre y a la mujer e intentamos profundizar en sus respectivos modos de pensar.
Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.
Canto
Solo Dios hace al hombre feliz, solo Dios hace al hombre feliz
La vida es nada, todo se acaba, solo Dios hace al hombre feliz.
Oremos unidos a María Santísima.
Madre nuestra, en tus manos queremos depositar a nuestros sacerdotes, para que con tu amor los conduzcas al Amor Misericordioso de Jesús, para que Él, los sane, restaure y los guie por el camino que va a la santidad. Amén.
1er. Misterio. Jesús se ha retratado a sí mismo en sus parábolas.
Pidamos por todos nuestros sacerdotes para que también ellos se vean reflejados en las parábolas.
2do. Misterio. En las parábolas encontramos también al Jesús hombre, con su impronta personal, con su estilo especial de pensar y de hablar.
Oremos para que nuestros pastores conozcan el pensar y el hablar de Jesús.
3er. Misterio. Jesús en las parábolas, no solo habla del Reino de Dios, sino que lo sitúa en el momento presente, de modo que, a través de las palabras de Jesús, el Reino de Dios llega hasta nosotros, se hace visible y palpable.
Pidamos para que el Reino de Dios llegue al corazón de nuestros sacerdotes.
4to. Misterio. El cielo nos cubre por completo y entendemos que Dios cuida de nosotros ahora. Dios, en un abrir y cerrar de ojos, se hace carne, se hace lenguaje, se expresa a sí mismo a través del lenguaje.
Oremos para que nuestros sacerdotes se encarnen en Jesús y hablen su mismo lenguaje, el lenguaje del amor fraterno.
5to. Misterio. En ellas se presenta a Jesús como un poeta que les introduce en los misterios del alma humana, que les revela los pensamientos ocultos y les enseña la verdadera filosofía, la sabiduría de Dios que les lleva a la verdadera vida.
Pidamos para que en la Palabra revelada puedan encontrar la sabiduría y encontrándola la trasmitan a los fieles.
Recemos la Coronilla de la Misericordia
Ofrezcamos la corona para que nuestros sacerdotes,
Hablen, amen y sirvan como Jesús enseña en sus parábolas.
Padre nuestro…Ave María… Credo…
En las cuentas grandes antes de cada decena.
Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.
En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.
Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti
Doxología final después de las cinco decenas.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero
(3 Veces)
Oremos en silencio.
Por las necesidades del todo el mundo y necesidades de todos los presentes
Consagremos a nuestros familiares, perseguidores y enfermos de todo el mundo
Al corazón Inmaculado de María para que ella los bendiga
Los momentos que nos quedan reparemos el Corazón de Jesús que sufre por todos los sacrilegios cometidos en las diversas Iglesia del mundo entero y por todos los que cometen comuniones y confesiones sacrílegas, oremos para que el Espíritu santo, de luz y conversión a todos ellos y a todos os permita realizar buenas confesiones.
Repetimos varias veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón.
Cuerpo y Sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro.
Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.
Oremos todos juntos.
Tú Oh Cristo, has querido al sacerdote como reconciliador e intercesor,
Para eso ha sido consagrado: para orar por el mundo
A fin de unirlo a Dios, ofrecer el sacrificio de la reconciliación,
Ofrecerse a si mismo contigo como victima
Y perdonar a los pecadores en tu Nombre.
¡Hasta que punto no deberá estar revestido de tu caridad!
Tú quieres que el corazón del sacerdote sea un corazón devorado,
Abrasado, sediento, doliente, atormentado, triturado, victima;
Un corazón magnánimo, tierno, que se compadece….
Experimento una verdadera tortura: ¡Oh Amor, tú no eres amado!
¡Habría tanto que hacer! Quisiera estar doquiera, gritar al mundo tu amor,
Ser sobre todo yo mismo imagen tuya… Oh Señor, tú no me impedirás
Conquistar para ti mis hermanos.
P. Lyonnet
Canto.
Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro, tan cierto como la mañana se levanta, tan cierto como yo te hablo y me puedes oír.
Jesús, está aquí…; Su Espíritu, está aquí…; María esta aquí…; mi Hermano…
¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!