San Materno: Su culto se desarrolló sobre en las regiones rivereñas del Meuse y del Bajo Rin; en las iglesias de Tréves, de Tongres y de Colonia, quienes lo consideraban su fundador.
Muerto en Tréves (Francia), probablemente entre los años 314 y 344.
Su culto se desarrolló sobre en las regiones rivereñas del Meuse y del Bajo Rin; en las iglesias de Tréves, de Tongres y de Colonia, quienes lo consideraban su fundador. Fue también ahí en donde nació su leyenda, imaginada para probar que esas Iglesias, como las de Roma, de Antioquía y de otras partes, remontaban a la época de los Apóstoles, es por ello por lo que se hizo de Materno un amigo de San Pedro, quien reapareció más de una vez con su famoso bastón.
Materno, se decía, era nada menos que el hijo resucitado de la viuda de Naím. Como Lázaro, Zaqueo y otros, había emigrado de Palestina hacia Occidente. Hacia el año 50, se encontró ahí a San Pedro quien le encomendó a Eustaquio y a Valerio, y lo envió a evangelizar con ellos las regiones del norte. Apenas habían llegado a Alsacia cuando Materno cayó enfermo y murió. Euquerio y Valerio fueron a Roma para contarle la desgracia a San Pedro. “No es nada—dijo éste–, tomad mi bastón, lo pondréis sobre el cuerpo de mi viejo amigo y le ordenaréis, en nombre del Señor de volver a la vida”. Así se hizo, y el hijo de la viuda de Naím, resucitó por segunda vez.
Una multitud de otros prodigios se pusieron en la cuenta de san Materno. Por ejemplo que, un día de Pascua, pudo celebrar la misa en Tréves, en Tongres y en Colonia al mismo tiempo. Y aquel otro por el cual señaló el lugar en que quería ser enterrado. Como esas tres ciudades se disputaban sus reliquias, se puso su ataúd en el Rin, y lo dejaron que siguiera el curso del río; se lo vió llegar hasta Tréves, en donde se detuvo, rehusando ir mas allá.
Muy lacónicos en los que a él se refieren, los documentos históricos dicen simplemente que “Materno, el sabio obispo de Colonia, fue de aquelos que tomaron parte activa en el Concilio de Roma en 313 y en el de Arles el año siguiente; y gozaba de la confianza del emperador Constantino.