Evangelio San Marcos 9,2-10. Lunes 6 de Agosto de 2012.
“ÉSTE ES MI HIJO AMADO”.
Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y los llevó a ellos solos a un monte alto. A la vista de ellos su aspecto cambió completamente.
Incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas.
Y se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús.
Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
En realidad no sabía lo que decía, porque estaban aterrados.
En eso se formó una nube que los cubrió con su sombra, y desde la nube llegaron estas palabras: “Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo.
Y de pronto, mirando a su alrededor, no vieron ya a nadie; sólo Jesús estaba con ellos.
Cuando bajaban del cerro, les ordenó que no dijeran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
Ellos guardaron el secreto, aunque se preguntaban unos a otros qué querría decir eso de “resucitar de entre los muertos”.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México