Evangelio San Juan 6,24-35. Domingo 5 de Agosto de 2012.
“EL QUE VIENE A MÍ, NO TENDRÁ HAMBRE Y EL QUE CREE EN MÍ NUNCA TENDRÁ SED”.
Al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió a las lanchas y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo al otro lado del lago, le preguntaron: “Rabbí (Maestro), ¿cómo has venido aquí?”
Jesús les contestó: “En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre.
Entonces le preguntaron: “¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?”
Jesús respondió: “La obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado.
Le dijeron: “¿Qué puedes hacer? ¿Qué señal milagrosa haces tú, para que la veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?”
Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, según dice la Escritura: Se les dio a comer pan del cielo.
Jesús contestó: “En verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo.
El pan que Dios da es Aquel que baja del cielo y que da vida al mundo.
Ellos dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México