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Del libro de las Lamentaciones 2,2.10-14.18-19. Sábado 30 de Junio de 2012.
“JERUSALÉN, CLAMA AL SEÑOR CON TODA EL ALMA”.
El Señor ha destruido sin piedad
todas las moradas de Jacob;
ha destruido, en su furor,
las fortalezas de la Hija de Judá;
ha echado por tierra, ha profanado
al reino y a sus príncipes.
Los ancianos de la Hija de Sión,
en silencio, están sentados en tierra;
se echaron ceniza en la cabeza,
se vistieron de saco.
Las jóvenes de Jerusalén
inclinan hasta el suelo la cabeza.
Mis ojos se agotan de llorar
y arden mis entrañas,
mi hígado se derrama por tierra
por el desastre de la Hija de mi pueblo,
mientras desfallecen niños y lactantes
en las plazas de la ciudad.
Ellos decían a sus madres:
¿Dónde hay pan?,
mientras caían desfallecidos
en las plazas de la ciudad
y derramaban su alma
en el regazo de sus madres.
¿A quién te compararé y asemejaré,
Hija de Jerusalén?
¿A quién podrás mirar para tu consuelo,
oh virgen, Hija de Sión?
Tu quebranto es inmenso como el mar.
¿Quién te sanará?
Tus profetas anunciaron para ti
falsedad y tonterías.
No te descubrieron tu culpa
para ahorrarte el cautiverio.
Tuvieron para ti presagios
de falsedad y de ilusión.
Hija de Sión, gime, clama al Señor;
deja correr a torrentes tus lágrimas
día y noche, no te des descanso,
no cesen las fuentes de tus ojos.
En pie, clama en la noche,
cuando comienza la ronda;
derrama como agua tu corazón
ante el rostro del Señor,
alza tus manos hacia él por la vida de tus hijitos
que desfallecen de hambre
en la esquina de todas las calles.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico:Asamblea Eucarística. México