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Era como una regla viva para todas. Ella, en compañía de Margarita, que había sido su maestra y guía en la vida monacal, dio comienzo a la fundación de un convento que pronto llamaría la atención por la irradiación de frutos de Santidad que de él se desprenderían por toda aquella comarca. Fue el célebre Convento de Proceno en el que a sus dieciocho años ya fue nombrada Abadesa del mismo. No parecía que fuera todavía casi una joven por los ejemplos de madurez que a todos daba. Se olvidaba de sí misma y se entregaba a los cuidados que la obediencia le había encomendado…
Como la fama de Proceno se extendía de día en día, los buenos hijos de Montepulciano quisieron que también allí, en su pueblo natal, hiciera otra fundación para que sirviera como de irradiación espiritual y saneamiento de costumbres. Fue muy dada a la oración desde que tuvo uso de razón, y al parecer era una persona muy sencilla pero con grandes dones, carismática y contemplativa.
Las gracias del cielo se multiplican; los éxtasis, milagros y mensajes que recibe del Señor son casi diarios, y son muchas las almas que por su intersección se enriquecen espiritualmente y se convierten de corazón.
El papa Clemente VII permitió su culto y el papa Clemente VIII lo extendió a toda la orden dominica, suelen aparecer Santa Catalina de Siena y Santa Rosa de lima juntas con ella.
La santa cae enferma a la edad de cuarenta y tres años, falleció el 20 de abril de 1317.