1a lect. del 2o libro del Profeta Samuel 18,9-10.14.24-25.27-32;19,3. Martes 31 de Enero de 2012.

1a lect. del 2o libro del Profeta Samuel 18,9-10.14.24-25.27-32;19,3. Martes 31 de Enero de 2012.

1a lect. del 2o libro del Profeta Samuel 18,9-10.14.24-25.30;19,3. Martes 31 de Enero de 2012.

” HIJO MÍO,  ABSALÓN, OJALÁ HUBIERA MUERTO YO EN TU LUGAR”.

Los hombres de David hallaron a Absalón por casualidad; iba montado en su mula y ésta pasó debajo de las ramas de una gran encina. Sus cabellos se enredaron en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra mientras la mula seguía su carrera.
Un hombre lo vio y le avisó a Joab: “Vi a Absalón que está colgado de una encina”
Joab le dijo: “Estoy perdiendo el tiempo contigo”. Y yendo al árbol de donde colgaba Absalón, le clavó personalmente tres dardos en el corazón, cuando aún estaba vivo.
David estaba sentado entre las dos puertas y el centinela hacía la ronda por el techo de la puerta encima de las murallas. Levantó la vista y divisó a un hombre que corría solo.
El centinela gritó la noticia al rey, quien exclamó: “Si viene solo, es porque trae buenas noticias”.
El rey le dijo: “Ponte allí y aguardemos”. Se puso a un lado y esperó.
El centinela replicó: “Reconozco al primero por su manera de correr: es Ajimaas, hijo de Sadoc”. El rey dijo: “Es un hombre valioso, seguramente trae una buena noticia”.
Cuando Ajimaas estuvo muy cerca, gritó: ¡Salud!” Luego se postró con el rostro en tierra ante el rey. “¡Bendito sea Yavé tu Dios, dijo, porque destruyó a los hombres que se habían rebelado contra el rey mi señor!”
El rey dijo entonces: “¿Está a salvo el joven Absalón?” Ajimaas respondió: “Cuando tu servidor Joab me envió, vi una gran confusión, pero no supe qué era”.
El rey le dijo: “Ponte allí y aguardemos”. Se puso a un lado y esperó.
Detrás de él llegó el cusita, quien dijo: “Reciba esta buena noticia el rey mi señor: Yavé te hizo hoy justicia, te libró de todos los que se habían alzado contra ti”.
El rey preguntó al cusita: “¿Está a salvo el joven Absalón?” El cusita le respondió: “Que los enemigos del rey mi señor, que todos los que se rebelan contra él para hacerle mal corran la misma suerte que ese joven”.
El rey entonces se conmocionó, subió a la pieza que había encima de la puerta y se puso a llorar. Caminando de uno a otro lado hablaba así: “¡Hijo mío Absalón! ¡Hijo mío! ¡Hijo mío Absalón! ¿Por qué no morí yo en vez de ti? ¡Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío!”
Le dijeron a Joab: “El rey llora y se lamenta por Absalón”.
Ese día la victoria se transformó en duelo para todo el pueblo, porque todo el pueblo se dio cuenta de que el rey estaba desesperado a causa de su hijo.
Por eso, ese día el pueblo regresó sin ruido a la ciudad, como gente que han huido durante la batalla y que regresan avergonzados pasando inadvertidos.

Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México

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