Jesús advierte al apóstol de las dificultades a las que se enfrentará.
Parroquia de San Pío X
Mirad que yo os envió como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas y por mi causa seréis llevados ante los gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Más cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicara en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablareis sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Mt.10,16-20
S. Juan Crisóstomo: Era necesario que los apóstoles conocieran la virtud de la presencia de Cristo, y llegaran a comprender que las calamidades, las persecuciones y derrotas aparentes a las que iban al encuentro en el ejercicio de su misión, no solo no debían atribuirlas a la impotencia de su maestro, sino más bien convencerse de que habían sido previstas y providencialmente dispuestas por Él, para la realización de sus designios. Además era preciso disponer su ánimo para que no se turbasen en el momento de la pasión, y darles a conocer el nuevo método de conquista al que Jesús los llamaba. Los mandaba privados de todo y quiere que sean alimentados por los huéspedes, y para manifestar más amplia y efectivamente su poder añade: He aquí que os envío como ovejas en medios de lobos.
Nosotros corremos la misma suerte de Cristo. Cristo pasó por las mismas dificultades. Le crucificaron pues había blasfemado; su blasfemia consistía en decir que Dios amaba tanto al mundo que daba a su único Hijo. Jesús los previene a los apóstoles respecto a las pruebas que les aguardan para que su fe no vacile.
¿Cómo puede convivir el lobo con el cordero? lo mismo ocurre con el pecador y el piadoso Si. 13,1
Predicar el amor de Dios, no es fácil, pues sacude las conciencias y a la mayoría no nos gusta sentirnos llamados al orden, no nos gusta que nadie nos corrija, pero, cuando una persona que ha tenido un encuentro con Cristo vivo y resucitado y su corazón arde con un amor auténtico hacia Dios, tiene esta reacción y busca en la mayoría de las veces predicar y dar testimonio del amor que ha recibido. Ser profeta no es fácil pues con frecuencia somos criticados como fanáticos, juzgados duramente incluso por nuestros propios compañeros, pues es mucho más fácil tener sentimientos de odio, coraje, ira, egoísmo, envidia… y resulta mucho más difícil para el hombre amar, comprender, ayudar… En el mundo en que vivimos en donde los medios de comunicación invaden nuestra conciencia con noticias tan crudas, como son asesinatos, robos, reformas políticas que en muy poco ayudan a la sociedad, haciendo investigaciones de asesinos seriales, festejar incluso aniversarios de actos terroristas y atentados; y que tal las criticas de artistas a los que dedican programas enteros, aplaudiendo el desorden en el que viven como son divorcios, cirugías estéticas, el posar desnudas para revistas y llamándole arte… pues, es mucho más interesante e incluso remunerable hablar de lo negativo o malo que ocurre en el país que hablar de las cosas positivas, todo esto deforma nuestra sociedad, deforma los verdaderos valores. Hoy necesitamos unirnos como sociedad y no permitir más que nuestros jóvenes y niños sigan siendo víctimas de estos antivalores, pues la violencia e inseguridades que vivimos hoy en nuestro país se deben en gran parte a que nos hemos dejado que los medios de comunicación, buscando sólo el lucro, invadan nuestra familias con sus falsas enseñanzas.
Cristo nos llama a salir de sí mismos, a buscar el bien común, a romper con conformismos a dejar la comodidad a luchar por un mundo mejor, por un mañana feliz y libre de violencia. Siempre es posible amar, santificarse, darse plenamente a los demás, el mundo y el México de hoy necesitan de gente valiente dispuesta a apostarlo todo por nuestras convicciones, por nuestros valores, no permitamos que sigan haciendo tanto daño, tratemos más bien de cambiar nuestro ambiente familiar, social, en la medida en que podamos cada uno de nosotros, pues cuando tengamos que hablar el Espíritu del Padre estará con nosotros, el nos dará las palabras que habremos de pronunciar.
Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. Mt. 24,13
Meditemos ¿Qué querrá el Padre de mí?
¿Cómo podre yo corresponder a su amor?
Yo soy la vid; vosotros los sarmientos, El que permanece en mí y yo en el, ése da mucho fruto; porque separados de mi no podéis hacer nada. Jn. 15,5
Oremos por la unidad en todos los cristianos.
¡Unidos en la Eucaristía!