Jesucristo en las cumbres del Amor.
Se reza la Estación al Santísimo Sacramento.
Señor Jesús, abre nuestro corazón para que podamos experimentar en nuestros corazones ese profundo amor que de varias maneras nos lo has compartido basta verte en este pequeño pan, para comprender tu amor y tu ternura para con nosotros. Oremos por la paz en todo el mundo muy en especial en nuestro país así como por todos los enfermos del mundo en especial por el P. Juan Manuel Fernández, P. Juan Pedro Yáñez Sánchez, Canela Obregón, Gabriel Obregón, Carla Maciel, así como por todas las personas que nos piden oración.
Canto.
Cantemos al Amor de los Amores…
Del evangelio según San Lucas 24, 13. 28-32
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús. Al acercarse al pueblo donde iban. Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos rogaron insistentemente. “Quédate con nosotros porque atardece y el día ya ha declinado”. Entró, pues y se quedo con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó pan, pronuncio la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su vista. Se dijeron uno a otro. “¿no estaba ardiendo vuestro corazón dentro de nosotros cuando hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”
Palabra del Señor
Releemos y compartimos la frase que más nos guste.
Reflexión
Jesucristo es un volcán de amor, que arde, Él hace arder a cuantos se le acercan. Y si el amor, además de fuego, es entrega y donación total, digamos que Jesucristo esta en las cumbres más altas del amor. Así lo cantaba un himno inolvidable. “Al nacer se nos dio como compañero. En la cena se entrego en comida. Muriendo se ofreció en rescate, y reinando se da como premio”.
Empieza dándose como niño. “¡Nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo! El chiquitín de Belén arranca una ternura sin par. El austero San Juan de la Cruz, tomando la imagen del Niño en los brazos, le canta “si amores me han de matar ahora tienen lugar”.
Al instituir la Eucaristía, el Evangelio pondera la entrega de Cristo “Habiendo amando a los suyos, ahora los amó hasta el extremo.
Pablo cuando reflexiona sobre la Cruz, no sale de su asombro: “¡Que me amo y se entrego a la muerte por mi!” A la muerte y una muerte de Cruz! Y hablando el mismo Jesús de su cielo, nos dice: “Voy a prepararles un lugar. Y le pedirá enseguida a su Padre: “porque quiero que adonde yo este, estén ellos también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que tú me diste”
Desde su nacimiento en el mundo hasta el fin de la eternidad sin fin, Jesús ha sido y será siempre nuestro, porque su amor a nosotros no tiene fronteras. Nosotros necesitamos de Jesús para todo e identificado con nosotros, también nos necesita de verdad. Un cielo sin nosotros, no sería cielo para Jesús, que nos ha amado hasta la locura del amor.
Ahora me tengo que mirar a mí. Si amor con amor se paga y si una entrega y una donación se corresponden con otra donación y otra entrega igual, ¿Qué me toca a mi hace por Jesús y por mis hermanos en Jesús? Amistad personal con Cristo, sobre todo en su Sagrario y para los demás, compañerismo, servicio, ayuda, alegría. Es todo los que Jesucristo y los hermanos desean y me piden. Todo esto y nada más.
Releemos en silencio y oramos de manera espontanea .
Canto
Yo te amo, yo te amo, mi Señor Jesús (2)
Y levanto mis manos en tu nombre Señor, yo te amo a Ti (2)
Todos “Te ame con amor eterno”, nos dices en tu Palabra, Señor, y ese amor me lo demuestras de mil maneras, tú me diste y te me das del todo. ¿Qué yo me dé del todo a Ti! A ti, personalmente, con el afecto de mi corazón y mi compañía en el Sagrario, donde estas por mí. A ti en mis hermanos, porque tú me necesitas en cada uno de ellos, ¡que con ellos y contigo encontremos todos en el cielo en que nos esperas!
Respondemos cantando.
Jesús, Hijo de Dios, que te hiciste hombre por mí.
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que te hiciste niño por mí.
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que en Nazaret viviste como vivo yo
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que conociste los mismos afanes que yo
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que te me diste como manjar celestial
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que moriste en la cruz para salvarme
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que en el cielo me estas preparando una morada
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que me quieres en el cielo, serás tu mi premio eterno
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que en el Sagrario estas siempre por mi
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que te me das y me necesitas en los hermanos
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Jesús, que intercedes sin cesar por mi ante el Padre
Señor yo creo en tu amor para conmigo.
Todos. Señor Jesús, el misterio de tu amor es insondable. Tú me amas y yo no puedo pagar tu amor inmenso más que con el amor de mi pobre corazón. Te doy todo, Señor, y al comprometerte mi amor, haz que entienda también que ese amor a ti lo debo volcar todo en mis hermanos queridos. Madre mía, disculpa, maestra y modelo del amor de Jesús. Tú conociste el Corazón de tu hijo más que nadie y nadie como tú me lo puede hacer conocer a mí. Méteme en el Corazón de Cristo, enciérrame en él para que viviendo siempre en su amor, muera en su amor y de su amor, goce para siempre un día en el cielo.
Meditemos todos. ¿Entiendo lo que es el amor de Jesucristo? A pesar de los fallos que yo tenga, de los pecados que haya podido cometer. (silencio)
¿Tengo derecho a temer a un Jesús que así me ha querido, me quiere y me querrá? (silencio)
¿No adivino como resalta el amor en cada hecho, en cada gesto en cada palabra de Jesús? (Silencio)
Sabiendo que Jesús no puede pasar sin mi ¡Bendita la necesidad que Jesús se ha impuesto! ¿Me doy a Él y a Él en mis hermanos, igual que se me dio Él a mi? (silencio)
¿Qué he hecho hasta ahora, que hago actualmente, que he de hacer en adelante para corresponder al amor que Jesús me tiene? (silencio)
Oremos. El Señor Jesucristo revela a lo largo de nuestro caminar, lleno de dificultades el misterio de la Cruz y de la Gloria. Nosotros pedimos.
Quédate con nosotros Señor
Señor Jesucristo al ver como caminas con nosotros, te pedimos por todas las comunidades cristianas.
Que te pongamos a ti, resucitado y presente en la Eucaristía, en el centro del todos sus gestos, palabras, proyectos y trabajos.
Señor Jesucristo, por los que llegan al término de la vida.
Para que no se sientan abandonados, sino que piensen en ti, que los acompañas con especial amor el último tramo del camino.
Señor Jesucristo, por cuantos se han empeñado en enseñar las Sagradas Escrituras y trabajar en el apostolado Eucarístico.
Que ayuden a descubrirte a ti, compañero inseparable nuestro, para provecho grande de nuestras almas.
Cantemos el Padre Nuestro.
Todos. Señor Sacramentado, aquí en el Sagrario has sentado la cátedra del amor. Si en la Eucaristía tenemos el compendio y la cifra excelsa de todo lo que Tú nos amaste, junto a tu Sagrario queremos permanecer siempre, para aprender lo que es amar, para corresponder con amor al que tanto nos amo y se entregó por nosotros. Amén
Agradezcamos la Providencia de nuestro Padre para con nosotros.
Testimonio: Nuestro santo de Guatemala San Pedro Betancur, había escrito sobre el Santísimo una de sus famosas coplillas:
Yo no puedo más con este misterio ya que pierdo el juicio, El me dé remedio.
Y hubo día en que lo perdió de veras, salía del hospital en la Antigua de servir a los enfermos, cuando al pasar por la Iglesia en la calle de Santa Catalina, notó que se le exponía la custodia. Le pedía a su compañero, Váyanse a hacer los cargos que debe.
Entra él en el templo, se arrodilla ante el Santísimo, fija los ojos en la Sagrada Hostia, se olvida del tiempo y no regresa al Hospital hasta que varias horas después, se le quejan: ¿Por qué nos ha dejado solos, hermano Pedro? Y contesta: Perdóneme, no está en mi mano viéndome ante el Santísimo Sacramento, “me pierdo” y salgo fuera de mí olvidado de todo.
Hacemos unos momentos de silencio y meditamos lo que leímos.
Recemos la Coronilla de la Misericordia
Oremos por las necesidades de todo el mundo, en especial por todas aquellas personas que nos piden oración.
Se reza el Padre Nuestro. Ave María y el Credo
En las cuentas grandes antes de cada decena.
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la Divinidad de tu Amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como expiación de nuestros pecados y los del mundo entero.
En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.
Por su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero.
Jaculatoria final después de las cinco decenas
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero. (3 veces)
Canto.
Cantemos al Amor de los Amores…
¡Unidos en la Eucaristía!