Uno de entre la gente pidió a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que me dé mi parte de la herencia.
Le contestó: “Amigo, ¿quién me ha nombrado juez o partidor de herencias?”
Después dijo a la gente: “Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida.
A continuación les propuso este ejemplo: “Había un hombre rico, al que sus campos le habían producido mucho.
Pensaba: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mis cosechas.
Y se dijo: Haré lo siguiente: echaré abajo mis graneros y construiré otros más grandes; allí amontonaré todo mi trigo, todas mis reservas.
Entonces yo conmigo hablaré: Alma mía, tienes aquí muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, pásalo bien.
Pero Dios le dijo: “¡Pobre loco! Esta misma noche te van a reclamar tu alma. ¿Quién se quedará con lo que has preparado?”
Esto vale para toda persona que amontona para sí misma, en vez de acumular para Dios.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México