“TÚ ESTÁS TRISTE POR UNA HIEDRA, ¿Y YO NO VOY A TENER LÁSTIMA POR NÍNIVE, LA GRAN CIUDAD”.
A Jonás esto no le gustó nada, y se enojó.
Se dirigió a Yavé y le dijo: “Ah, Yavé, es exactamente lo que yo preveía cuando estaba todavía en mi tierra, y por esto traté de huir a Tarsis. Yo sabía que tú eres un Dios clemente y misericordioso, paciente y lleno de bondad, siempre dispuesto a perdonar.
Oh Yavé, te ruego que tomes mi vida, pues ahora es mejor para mí morir que vivir.
Yavé le contestó: “Jonás, ¿crees tú que tienes razón para enojarte así?”
Pero Jonás salió de Nínive y se hizo una cabaña al este de la ciudad, para ver lo que sucedería a la ciudad.
Entonces Yavé Dios hizo brotar una planta de ricino que creció por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y así calmarlo de su enojo. Jonás se alegró mucho por la planta.
Pero al día siguiente, al amanecer, Yavé mandó un gusano que malogró la planta y la secó.
Al salir el sol, Yavé hizo soplar viento caliente desde el este.
El sol acaloró tanto a Jonás que éste se desmayó. Se deseó la muerte y dijo: “Mejor es morir que vivir.
Entonces Yavé le preguntó: “¿Te parece bien enojarte por este ricino?” Jonás respondió: “Sí, tengo razón para estar enojado hasta el punto de querer morir.
Yavé le replicó: “Te afliges por un ricino que no te ha costado trabajo alguno y que no has hecho crecer, que en una noche ha nacido y en una noche ha muerto.
¿Cómo, pues, yo no voy a tener lástima de Nínive, la gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben distinguir el bien y el mal, y gran cantidad de animales?”
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México