“USTEDES HAN RECIBIDO EL ESPÍRITU DE HIJOS, EN VIRTUD DEL CUAL PODEMOS LLAMAR PADRE A DIOS”.
Entonces, hermanos, no vivamos según la carne, pues no le debemos nada.
Si viven según la carne, necesariamente morirán; más bien den muerte a las obras del cuerpo mediante el espíritu, y vivirán.
Todos aquellos a los que guía el Espíritu de Dios son hijos e hijas de Dios.
Entonces no vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Papá!”
El Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
Siendo hijos, son también herederos; la herencia de Dios será nuestra y la compartiremos con Cristo. Y si hemos sufrido con él, estaremos con él también en la Gloria.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México