“EL HOMBRE ES JUSTIFICADO POR LA FE Y NO POR CUMPLIR LA LAY DE MOISÉS”.
Ahora se nos ha revelado cómo Dios nos reordena y hace justos sin hablar de la Ley, pero ya lo daban a entender la Ley y los profetas.
Mediante la fe según Jesucristo Dios reordena y hace justos a todos los que llegan a la fe.
No hay distinción de personas,
pues todos pecaron y están faltos de la gloria de Dios.
Pero todos son reformados y hechos justos gratuitamente y por pura bondad, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.
Dios lo puso como la víctima cuya sangre nos consigue el perdón, y esto es obra de fe. Así demuestra Dios cómo nos hace justos, perdonando los pecados del pasado
que había soportado en aquel tiempo; y demuestra también cómo nos reforma en el tiempo presente: él, que es justo, nos hace justos y santos por la fe propia de Jesús.
Y ahora, ¿dónde están nuestros méritos? Fueron echados fuera.
¿Quién los echó? ¿La Ley que pedía obras? No, otra ley, que es la fe. Nosotros decimos esto: la persona es reformada y hecha justa por la fe, y no por el cumplimiento de la Ley.
De otra manera Dios sería sólo Dios de los judíos. ¿No lo es también de las demás naciones?
¡Claro que también es Dios de esas naciones! Pues solamente él es Dios, quien salva al pueblo circuncidado a causa de su fe y a los otros pueblos cuando llegan a la fe.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México