“DIOS PONDRÁ A CADA CUAL, SEGÚN SUS OBRAS, AL JUDÍO PRIMERAMENTE, PERO TAMBIÉN AL NO JUDÍO”.
Por lo tanto, amigo mío, si eres capaz de juzgar, ya no tienes disculpa. Te condenas a ti mismo cuando juzgas a los demás, pues tú haces lo que estás condenando.
Nos parece bien que Dios condene a los que hacen tales cosas,
pero tú, que haces lo mismo, ¿piensas que escaparás del juicio de Dios porque tanto tú como él condenan a los demás?
Esto sería aprovecharte de Dios y de su inmensa bondad, paciencia y comprensión, y no ver que esa bondad te quiere llevar a la conversión.
Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez.
El pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.
Dará vida eterna a quien haya seguido el camino de la gloria, del honor y la inmortalidad, siendo constante en hacer el bien;”
y en cambio habrá sentencia de reprobación para quienes no han seguido la verdad, sino más bien la injusticia.
Habrá sufrimientos y angustias para todos los seres humanos que hayan hecho el mal, en primer lugar para el judío, y también para el griego.
La gloria, en cambio, el honor y la paz serán para todos los que han hecho el bien, en primer lugar para el judío, y también para el griego,
porque Dios no hace distinción de personas.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México