“SEÑOR, QUE NO SEAMOS SORDOS A TU VOZ”.
Vengan, alegres demos vivas al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva;”
partamos a su encuentro dando gracias;
aclamémosle con cánticos.
¡Entremos, agachémonos, postrémonos;
de rodillas ante el Señor que nos creó!”
Pues él es nuestro Dios
y nosotros el pueblo que él pastorea,
el rebaño bajo su mano.
Ojalá pudieran hoy oír su voz.
No endurezcan sus corazones como en Meribá,
como en el día de Masá en el desierto,
allí me desafiaron sus padres
y me tentaron, aunque veían mis obras.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México