“TU RECUERDO, SEÑOR, ES MI ALEGRÍA”.
Al borde de los canales de Babilonia
nos sentábamos y llorábamos
al acordarnos de Sión;
en los sauces que por allí se encuentran
habíamos colgado nuestras arpas.
Allí los que nos habían deportado
nos pedían palabras de una canción,
y nuestros raptores un canto de alegría:
“¡Cántennos un canto de Sión!”
¿Cómo íbamos a cantar un canto del Señor
en un suelo extranjero?
¡Si me olvido de ti, Jerusalén,
que mi derecha se olvide de mí!
P Que mi lengua se me pegue al paladar
si de ti no me acuerdo,
si no considero a Jerusalén
como mi máxima alegría.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México