La Eucaristía y el Reino.Hora Santa

La Eucaristía y el Reino.Hora Santa

La Eucaristía y el Reino. Hora Santa

 

 

Se reza la Estación al Santísimo Sacramento

Jesús, que siempre estas al pendiente de lo que necesitamos, te pedimos que nos, ayudes a valorar que tu Cuerpo y Sangre es el alimento que nos mantendrá con fuerzas para trabajar por el Reino. Amén

Lectura del libro de Daniel (7, 13-14 y 27)

Yo seguía mirando, y en la visión nocturna vi venir las nubes del cielo, como hombre, que fue presentado  al anciano, a Dios. Le dieron el poder, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino no será destruido…Y la soberanía, el poder y la grandeza de todos los reinos del mundo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Su reino es un reino eterno y todos los poderes le servirán y obedecerán.

Palabra del Señor. Meditemos en silencio y compartimos.

 

Canto.

Busca primero el Reino de Dios y su Justicia Divina.                                                                                                           Y por añadidura lo demás se te dará aleluya, aleluya.                                                                                                         No se preocupen que habrán de comer,  ni por la ropa que habrán de vestir.                                                                 Y por añadidura lo demás se te dará aleluya, aleluya.

Leemos despacio.

La palabra “Reino” llena toda la Biblia y condensa todo el mensaje de Dios. Los profetas anunciaban el Reino y prometían de parte de Dios un Rey pacifico y universal. Los judíos esperaban con ansia el establecimiento del Reino de Dios que sería instaurado por el Mesías prometido. Llega Jesús y predica y funda el Reino de Dios. “Recorría toda la Galilea predicando el Reino” (Mt. 4,23)

Un Reino del que dirá después a Pilato: ”Mi Reino no es de este mundo”. Y Jesús confesara de Si mismo, “Si Yo soy el Rey” (Jn. 18,36-37 Le arrebataba a Satanás el dominio que ejercía sobre los hombres, y dirá por eso Jesús. “Ahora el príncipe de este mundo es arrojado fuera” (Jn. 12,31

Será, como canta la Liturgia de la Iglesia, “Un Reino eterno y universal: el Reino de la Verdad y la Vida, el Reino de la Santidad y la gracia, el Reino de la Justicia, el Amor y la Paz”.

Como se ve, el Reino de Dios es ajeno a los ideales políticos y económicos del mundo. Aunque es de tal manera Santo que no podrá consentir ni la injusticia, ni la opresión, ni la violación de cualquier derecho del hombre, que es además, como cristiano, un hijo de Dios y ciudadanos del Reino.

El Reino está ya presente en la Tierra, aunque no se consumará glorioso, definitivo y  eterno hasta el final del mundo, cuando Jesucristo, resucitados los muertos, y puestos todos sus enemigos como escaño de sus pies en una condenación irremediable, “Entregara su Reino a Dios Padre, a fin de que Dios sea todo en todos”(1Corintos 15,24-28)

Entre tanto, a nosotros nos toca aceptar el ser ciudadanos vivos del Reino, rechazando el pecado, obra de Satanás y aposición total de Reino de Dios, vivir la Gracia, que es el  Reino de Dios en nosotros, ser militantes del Reino con un apostolado ardiente, para consolidar y dilatar cada vez las fronteras del Reino de Dios.

La Eucaristía por ser el mismo Jesucristo presente entre nosotros, es la cima en que converger toda la actividad del Reino en la Tierra, y es la fuente de donde dimana toda la energía para mantenernos en la fidelidad exigida por  nuestra condición de ciudadanos del Reino celestial.

Dice Bellamente el Papa Juan Pablo II:”Cuando se celebra sobre el altar de una pequeña Iglesia en el campo, la Eucaristía se celebra, en cierto sentido, sobre el altar del mundo. Ella une el cielo y la tierra. Abarca e impregna toda la creación”. La Eucaristía viene a ser así como la consumación del Reino de Dios en el Universo.

Hacemos silencio para después orar de acuerdo a lo leído.

Todos. ¿Rey inmortal de los siglos, Hijo de Dios, Cristo Jesús, Señor! Yo me glorío de militar bajo tu bandera. Quieres de mi humanidad, abnegación, entrega y valentía vividas en la gracia y en el amor. La gloria me la reservas para el fin, cuando la haya merecido por haber luchado valientemente a tu lado y por ti. Todo lo conseguiré si me nutro de ti en la Eucaristía, banquete del Reino y prenda de la Gloria.

Contemplemos.           Respondemos salmodiando.

Jesús, que viniste a establecer el Reino de Dios.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que eres el Rey anunciado por los profetas.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que te proclamas a ti mismo Rey del mundo.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, cuyo Reino exige justicia y paz entre los hombres.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que venciste y expulsaste fuera a Satanás.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que nos pides a todos la Gracia, vida del Reino.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que llamas voluntarios para trabajar por el Reino.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que nos pides esfuerzo para pertenecer a tu Reino.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que nos preparas un Reino definitivo en los cielos.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que entregaras al Padre un Reino glorioso y eterno.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que  nos das la Eucaristía como banquete del Reino.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Jesús, que nos esperas a todos en el Reino celestial.

-¡Venga a nosotros tu Reino, Señor.

 

Todos. Señor Jesús, que solo quieres contigo a los valientes como ciudadanos del Reino, y a ellos les prometes el  premio de los vencedores, porque solo ellos saben dártelo todo. Concédeme la perseverancia en la vida cristiana, para reinar después contigo en tu Gloria. Madre María, Reina del  Reino, Reina del Universo, Reina del Cielo, que arrastras los corazones detrás de Ti Alcánzame la fidelidad a Cristo el Señor. Que no me venzan nunca las fuerzas del mal. Que aspire a distinguirme en la vida cristiana para que Jesús se sienta en verdad orgulloso de mí.

En mi vida.    Leemos despacio y en las preguntas hacemos silencio.

“Jesús tiene ahora muchos que aspiran a su Reino celestial, pero pocos que estén dispuestos a llevar su cruz”, dice la imitación de Cristo. Y Jesús, “El reino de los cielos padece violencia, y solamente los esforzados se hacen con él”.  Me debo convencer  de que el Reino me exigirá siempre sacrificio. Para permanecer en la Gracia de Dios, pues, de lo contrario, volvería al reino de las tinieblas del que fui sacado por el Bautismo. Para crecer en la vida del Reino, practicando con más energía la virtud. Para trabajar esforzadamente por el Reino, con un apostolado generoso.

¿Cumplo con estas exigencias de mi pertenencia al Reino de Cristo, al Reino de Dios?

 

Oremos

El Reino de Jesucristo, no viene de los hombres sino del Cielo, y se prepara ya en este mundo para el mundo futuro. Nosotros le decimos  a Dios.

Que tu Reino, Señor, abarque al mundo entero.

Por la Iglesia, para que sea en el mundo anticipo, el signo y la gran realizadora del  Reino de Dios, rogamos.

Señor, Jesucristo, escúchanos.

Por el Papa, para que sus llamadas apremiantes por la paz encuentran eco en todos los hombres de buena voluntad, rogamos.

Señor, Jesucristo, escúchanos.

Por todos los cristianos, para que seamos constructores de paz, de amor, de bienestar social, como frutos del Reino, rogamos.

Señor, Jesucristo, escúchanos.

Por nosotros aquí presentes, para que viviendo de la Eucaristía contribuyamos a reforzar el Reino de Dios en el mundo, rogamos.

Señor, Jesucristo, escúchanos.

 

 

Cantamos todos el  Padre nuestro.

 

Todos.  Señor  Sacramentadosen quien se centra toda la vida del Reino para los que formamos la Iglesia peregrina y militante. Tú nos pides fidelidad absoluta en tu servicio. Haz que saquemos de la Eucaristía las fuerzas que necesitamos para serte fieles, hasta que recibamos el premio de Ti, Jesús el Rey inmortal de los siglos. Así sea.

 

Escuchemos con atención.

Los 51 Beatos Mártires Claretianos de Barbastro constituyen un caso esplendido y excepcional de amor y de fidelidad a Cristo. Asaltado en Seminario por los rojos, y viendo que los llevaban a la cárcel, recogieron las Sagradas Formas de los copones, comulgaron ante los mismos milicianos asaltantes y se llevaron consigo la Eucaristía en torno a la cual formaron en la cárcel una corona ininterrumpida de adoradores. Sus cantos lo decían todo:”Oh Jesús, yo sin medida te quisiera todo, su  himno martirial. “Jesús, ya sabes, yo soy tu soldado. Siempre a tu lado yo he de luchar. Contigo siempre y hasta que muera, una bandera y un ideal. ¿Y qué ideal? Por Ti, Rey mío, la sangre dar”. Y escribían frases como estas “Derramo mi sangre por mantenerme fiel y leal al divino Capitán Cristo Jesús”, “Moriremos todos contentos por Cristo y su Iglesia”. “¡Viva el Reinado social cristiano!”. Y cantando y gritando sin cesar, ¡Viva Cristo Rey!, fueron todos a la muerte. Uno de los asesinos confesaba.”¿Cuidado, que gente! Cuanto más les disparábamos, mas fuerte gritaban ¡Viva Cristo Rey” Así acabaron su vida aquellos jóvenes y valientes seminaristas en Agosto de 1936, fieles a  Jesucristo y sin una sola claudicación.

Canto.

Tu reino es vida, tu reino es verdad.                                                                                                                                       Tu Reino es justicia, tu Reino es paz.                                                                                                                                       Tu Reino es Gracia, Tu reino es amor.                                                                                                                                   Venga a nosotros Tu Reino Señor (2)

 

Hagamos silencio, para escucharlo.

Si aún nos queda tiempo oren el  Santo Rosario y la Coronilla de la Misericordia.

 

Oremos por las necesidades de todo el mundo, así como por todos los que nos piden oración.

 

¡Unidos en la Eucaristía!

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