“DIOS NOS DIO UNA VIDA NUEVA CON CRISTO, PERDONÁNDONOS NUESTROS PECADOS”.
Han recibido a Cristo Jesús como el Señor; tomen, pues, su camino.
Permanezcan arraigados en él y edificados sobre él; estén firmes en la fe, tal como fueron instruidos, y siempre dando gracias.
Cuídense de que nadie los engañe con sabidurías o con cualquier teoría hueca, que no son más que doctrinas humanas; pues éste es el camino del mundo y no el de Cristo.
Piensen que en él permanece toda la plenitud de Dios en forma corporal.
En él ustedes lo tienen todo, pues él está por encima de todos los poderes y autoridades sobrenaturales.
En Cristo recibieron una circuncisión no humana, no quirúrgica, que los despojó enteramente del cuerpo carnal. Esta “circuncisión de Cristo”
es el bautismo, en el cual fueron sepultados con Cristo. Y en él fueron luego resucitados por haber creído en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos.
Ustedes estaban muertos por sus pecados y su misma persona no estaba circuncidada, pero Dios los hizo revivir junto a Cristo: ¡nos perdonó todas nuestras faltas!
Anuló el comprobante de nuestra deuda, esos mandamientos que nos acusaban; lo clavó en la cruz y lo suprimió.
Les quitó su poder a las autoridades del mundo superior, las humilló ante la faz del mundo y las llevó como prisioneros en el cortejo triunfal de su cruz.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México