“¡AY DE USTEDES GUÍAS CIEGOS”.
Por lo tanto, ¡ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrían hacerlo.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas!
Ustedes recorren mar y tierra para ganar un pagano y, cuando se ha convertido, lo transforman en un hijo del demonio, mucho peor que ustedes.
¡Ay de ustedes, que son guías ciegos! Ustedes dicen: “Jurar por el Templo no obliga, pero jurar por el tesoro del Templo, sí”.
¡Torpes y ciegos! ¿Qué vale más, el oro mismo o el Templo que hace del oro una cosa sagrada?
Ustedes dicen: “Si alguno jura por el altar, no queda obligado; pero si jura por las ofrendas puestas sobre el altar, queda obligado”. ¡Ciegos!”
¿Qué vale más, lo que se ofrece sobre el altar o el altar, que hace santa la ofrenda?
El que jura por el altar, jura por el altar y por lo que se pone sobre él.
El que jura por el Templo, jura por él y por Dios que habita en el Templo.
El que jura por el Cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México