“OFRÉSCANSE USTEDES MISMOS COMO UNA OFRENDA VIVA”.
Les ruego, pues, hermanos, por la gran ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona como un sacrificio vivo y santo capaz de agradarle; este culto conviene a criaturas que tienen juicio.
No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México.