Tenle al médico toda la estima que merece, debido a sus servicios porque así lo quiso el Señor. La mejoría viene del Altísimo, y es el Rey quien concede el don de sanar. Sirácida 38,1-2. Oración por el Médico.
Todo hombre al responder al llamado lleva siempre consigo el deseo de ayudar y servir al hermano, aunque a veces con el paso del tiempo, el adquirir más conocimientos y recibir halagos de las personas a las que ayudamos,
con frecuencia se pierde el piso y caemos en la soberbia, de creer que por nosotros mismos somos capaces de realizar prodigios.
6 El da a los hombres el saber para que lo glorifiquen por los maravillosos remedios que creó.7 El médico los usa para curar y para quitar el dolor, el farmacéutico hace con ellos sus mezclas. 8 De modo , las obras del Señor no se han terminado, y continúa difundiéndose el bienestar por la tierra.
9 Hijo mio cuando estés enfermos no te deprimas: ruégale al Señor para que te cure.
10 Renuncia a tus malas acciones, guarda tus manos limpias y purifica tú corazón de cualquier pecado.
11 Ofrécele a Dios el incienso y la harina flor para que te tenga en su memoria, preséntale una ofrenda escogida entre tus bienes.
12 Luego, haz que venga el médico, ya que el Señor lo creó: no lo desprecies porque lo necesitas.
13 En algunos casos el restablecimiento pasa por las manos de ellos; 14 rogarán al Señor para que los ayude a encontrar los medios para aliviarte y salvarte la vida. Sirácida
Te damos gracias por todas aquellas personas que han elegido esta vocación, gracias por su dedicación y preocupación por el enfermos, ayúdalos a que nunca se olviden del valor de la vida, bendícelos y líbralos de todo mal.
Mamita María intercede por todos ellos y sus familias.
Oración por el Médico
Señor, te pido por el Médico
que acoge a la persona y no sólo cura sus dolencias;
que extiende la mano llena de bondad
para ayudar
y la retira vacía de intereses;
que se compadece de la ignorancia ajena
y no engaña recibiendo lo que no le pertenece;
que enjuga las lágrimas del paciente
y no le aumenta el sufrimiento sin necesidad;
que seca la sangre que corre
y no mancha sus manos
con cirugías innecesarias;
que se preocupa por el rápido restablecimiento
y no busca una larga convalecencia;
que recibe el honorario justo
y no se ensucia con retribuciones indebidas;
que se compromete con la verdad,
y no mancilla su profesión con la mentira;
que ayuda a recuperar el don de la salud
y jamás la perjudica con su negligencia;
que mantiene la esperanza
y no apaga la últimas ilusiones;
que se mantiene fiel a la palabra dada
y no quebranta el juramento hecho;
que te agradece, Señor, el don de la ciencia
y no se atribuye en exclusiva la curación;
que inclina la cabeza ante el misterio de la vida
y no se cree su juez y señor,
que descubre y vive la belleza de su misión
y te alaba, Señor, por la vocación recibida.
Amén.