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Hermanos puesto que ustedes llaman Padre a Dios y El Padre que invocan no hace diferencias entre personas, sino que juzga a cada uno según sus obras; tomen, pues, en serio estos años en que viven fuera de la patria.
No olviden que han sido rescatados de la vida vacía que aprendieron de sus padres; pero no con un rescate material de oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha ni defecto.
Dios pensaba en él desde antes de la creación del mundo, pero no fue revelado sino a ustedes al final de los tiempos.
Gracias a él han creído en Dios que lo resucitó de entre los muertos y lo glorificó, precisamente con el fin de que pusieran su fe y su esperanza en Dios.
Biblia Latinoamericana / se toma como guia el misal Católico: Asamblea Eucarística. México