En los primeros días de la Iglesia todos los que habían sido bautizados acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones.
Toda la gente sentía un santo temor, ya que los prodigios y señales milagrosas se multiplicaban por medio de los apóstoles.
Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían,
vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno.
Todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón.
Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba cada día a la comunidad a los que quería salvar.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico :Asamblea Eucarística. México