En aquellos días los guardias trajeron a los apóstoles y los presentaron ante el Consejo. El sumo sacerdote los interrogó diciendo:
Les habíamos advertido y prohibido enseñar en nombre de ése. Pero ahora en Jerusalén no se oye más que su predicación, y quieren echarnos la culpa por la muerte de ese hombre.
Pedro y los apóstoles respondieron: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de un madero.
Dios lo exaltó y lo puso a su derecha como Jefe y Salvador, para dar a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos testigos de esto y lo es también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen.
Ellos escuchaban rechinando los dientes de rabia y querían matarlos.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México