Yo quité la carga de su espalda,
sus manos han dejado la canasta
En la angustia gritaste y te salvé,
te respondí en el secreto de la nube,
te puse a prueba en las aguas de Meribá:
Escucha, pueblo mío, te lo advierto,
ojalá me escucharas, Israel:
No tengas en tu casa un dios extraño,
ni te prosternes ante un dios de afuera:
Yo soy Yavé, tu Dios,
que te hice subir de la tierra de Egipto.
Abre tu boca y te la llenaré”.
Pero mi pueblo no me quiso oír,
e Israel no me obedeció.
sometería en un instante a sus enemigos,
volvería mi mano contra sus opresores.
Pero a él, con flor de trigo lo alimentaría
y con miel de la roca lo saciaría”.
Biblia Latinoamericana/se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México