Te alabaré, Señor, porque me has levantado y muy poco se han reído mis contrarios.
Señor, Dios mío, clamé a ti y tu me sanaste.
Señor, me has sacado de la tumba, me iba a la fosa y me has devuelto a la vida.
Que sus fieles canten al Señor, y den gracias a su Nombre santo.
Porque su enojo dura unos momentos, y su bondad toda una vida.
Al caer la tarde nos visita el llanto, pero a la mañana es un grito de alegría.
¡Escúchame, Señor, y ten piedad de mí; sé, Señor, mi socorro!”
Tu has cambiado mi duelo en una danza, me quitaste el luto y me ceñiste de alegría.
Así mi corazón te cantará sin callarse jamás ¡Señor, mi Dios, por siempre te alabaré!
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México