Dijo Dios: “Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el firmamento.
Dios creó entonces los grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie, y todas las aves, según su especie. Y vio Dios que todo ello era bueno.
Los bendijo Dios, diciendo: “Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar, y multiplíquense asimismo las aves sobre la tierra.
Y atardeció y amaneció: fue el día Quinto.
Dijo Dios: “Produzca la tierra animales vivientes de diferentes especies, animales del campo, reptiles y animales salvajes”. Y así fue.
Dios hizo las distintas clases de animales salvajes según su especie, los animales del campo según su especie, y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios que todo esto era bueno.
Así estuvieron terminados el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos.
El Séptimo día Dios tuvo terminado su trabajo, y descansó en ese día de todo lo que había hecho.
Bendijo Dios el Séptimo día y lo hizo santo, porque ese día descansó de sus trabajos después de toda esta creación que había hecho.
Este es el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México