Qué bondad tan grande, Señor, es la que reservas para los que te temen. Se la brindas a los que en ti esperan, a la vista de los hijos de los hombres.
En secreto, junto a ti los escondes, lejos de las intrigas de los hombres; los mantienes ocultos en tu carpa, y los guardas de las querellas.
Bendito sea el Señor, su gracia hizo maravillas para mí: Mi corazón es como una ciudad fuerte.
Yo decía en mi desconcierto: “Me ha arrojado de su presencia”. Pero tú oías la voz de mi plegaria cuando clamaba a ti.
Amen al Señor todos sus fieles, pues él guarda a los que le son leales, pero les devolverá el doble a los soberbios.
Biblia Latinoamericana /se toma como guía el misal Católico:Asamblea Eucarística. México