La Iglesia y el episcopado mexicano se pronuncian en nombre de la paz.
Por Juan Revilla.
La epifanía de nuestro Señor Jesús, coincide con el día mundial de la paz y todavía si nuestra madre santísima reina de la paz ora para que se dé, entonces podemos concluir que para este 2011, México necesita urgentemente la paz en nuestro país y es obvio que en el mundo entero, el gobierno mexicano está siempre con angustia en que los inversionistas extranjeros se desanimen por el clima de violencia que impera en varias regiones del país, además de gastar grandes cantidades de recursos económicos para la seguridad de la patria; el norte del país se ha obstinado en ser blanco del narcotráfico y del crimen organizado, no se puede entender porqué se han dedicado a introducir el mal de la droga al país, el hombre ha hecho a un lado el bien para dedicarse abiertamente al mal, unos dicen que por esa razón debiese legalizar la droga México, no amigos, imagínate los tianguis, las placitas, locales establecidos vendiendo la droga libremente, ¡vaya que locura!, el hombre para estar bien, para pensar bien, para actuar bien o en su defecto para salirse de la realidad debe consumir drogas, que equivocación tan grande, no fuimos concebidos para vivir con drogas, el hombre no puede vivir inconsciente, no puede meterse algo al cuerpo para controlarse, de ese modo se libera de su responsabilidad.
La influencia de la cultura americana sobre muchos modos de vida, nos deja un parámetro tan grave en nuestra patria que la violencia intrafamiliar refleja esa manera de vivir, el sexo a todo instante, la independencia a tan corta edad; la violencia es otro motivo por el cual la Iglesia clama: paz, paz, no se puede vivir en paz si en su seno, es decir en la familia no hay paz. ¿Porqué golpear?, ¿acaso no se juro amarla y respetarla hasta el fin de su vida?, cuidar a los hijos con el cariño y respeto de un ser humano, ¡vaya que los hombres estamos condenados a nuestros instintos!, la Iglesia clama a Dios nos dé en nuestro corazón los dones necesarios para amarnos los unos a los otros, sin embargo la influencia del libertinaje americano tomado por las parejas mexicanas que hoy no quieren el compromiso del matrimonio es uno de los obstáculos más difíciles combatir, los jóvenes quieren sexo, droga sin compromiso, las parejas se han hecho inmunes a los valores y moral, abiertamente luchan contra los valores y quieren implantar sus modismos.
El episcopado mexicano a través de sus homilías en las diferentes arquidiócesis suplica que practiquen la paz, el amor fraterno, la misericordia, queremos que el gobierno nos de seguridad cuando en nuestras familias promovemos la violencia, ve cuanto joven pandillero se la pasa en la calle haciendo de las suyas y cuando son perseguidos por la policía, las madres y familia mismas los resguardan en sus hogar y todavía la madre parece una leona defendiendo a su pequeño cachorro, ¿Qué desvergüenza?, ¿y se dicen católicos?, ¿se dicen cristianos?, ¿se dicen testigos de Dios?, ¿se dicen…?, ningún mexicano está excluido de no practicar la paz, de no trabajar por la patria, ningún mexicano, está excluido para que sea generador de violencia y muerte, sí, ha nacido el niño Dios, pero ¿tú y yo estamos dispuestos a ser su discípulo?, ¿alguna vez has sembrado paz?, ¿costo trabajo?, ¿hubo algún bien para alguien?, amigos, paz es lo que necesitamos para ser un país desarrollado, productivo, hermano de los demás, paz es el antídoto contra los males que nos aquejan.
¿De qué sirve celebrar el día mundial de la paz, si no la fomentamos día a día?, queridos hermanos, ¿quién de nosotros no ha experimentado la violencia?, ¿quién de nosotros en los ojos del hermano a visto la destrucción cuando se le apodera la violencia?, ¿en tu hogar hay secuelas de la violencia que no dejan ser feliz?, ¿verdad que vale la pena vivir en paz?; el Papa Juan XXIII en su encíclica Paz en la tierra clamo por la paz entre las potencias que querían vivir una tercera guerra mundial, consumiendo a los hombres en una violencia capaz de llevar a todos a la destrucción, pedía que practicáramos la paz, le decían el papa bueno y era lógico practicaba la paz, la justicia y la misericordia; hermanos hagamos el hábito de la paz y la justicia, vivamos unas horas de paz y tal vez nos acostumbremos a esa paz, el tiempo es propicio; oramos por la paz, nuestra madre ora por la paz, nuestra Iglesia nos exhorta a la paz, Cristo vienen a dar la paz, ¿qué más queremos?, decisión propia será en vivir en la paz, por tus futuras generaciones, por tu vida presente y por ganar la paz eterna.