Así, pues, hermanos, no podemos dudar de que entraremos en el Santuario en virtud de la sangre de Jesús;”
él nos abrió ese camino nuevo y vivo a través de la cortina, es decir, su carne.
Teniendo un sacerdote excepcional a cargo de la casa de Dios,
acerquémonos con corazón sincero, con fe plena, limpios interiormente de todo lo que mancha la conciencia y con el cuerpo lavado con agua pura.
Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada nos pueda conmover, ya que es digno de confianza aquel que se comprometió.
Tratemos de superarnos el uno al otro en la forma de amar y hacer el bien.
No abandonen las asambleas, como algunos acostumbran hacer, sino más bien anímense unos a otros, tanto más cuanto ven que se acerca el día.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México