
Un gentío muy numeroso se acercó a él trayendo mudos, ciegos, cojos, mancos y personas con muchas otras enfermedades. Los colocaron a los pies de Jesús y él los sanó.
La gente quedó maravillada al ver que hablaban los mudos y caminaban los cojos, que los lisiados quedaban sanos y que los ciegos recuperaban la vista; todos glorificaban al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque temo que se desmayen en el camino.
Sus discípulos le respondieron: “Estamos en un desierto, ¿dónde vamos a encontrar suficiente pan como para alimentar a tanta gente?”

Entonces Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo.
Tomó luego los siete panes y los pescaditos, dio gracias y los partió. Iba entregándolos a los discípulos, y éstos los repartían a la gente.
Todos comieron hasta saciarse y llenaron siete cestos con los pedazos que sobraron.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México