Curso de preparación para el sacramento de la confirmación:Tema 16. Ya soy cristiano confirmado.

Curso de preparación para el sacramento de la confirmación:Tema 16. Ya soy cristiano confirmado.

PREPARACIÓN PARA EL SACRAMENTO DE LA
CONFIRMACIÓN.
TEMA DÉCIMO SEXTO

¡YA SOY UN CRISTIANO CONFIRMADO!

Después de haber recibido el sacramento de la Confirmación, los confirmados hacen la siguiente promesa al Señor:

PROMESA DE LOS CONFIRMANDOS

Durante meses nos hemos preparado con ilusión para este feliz momento.
Hemos tratado de profundizar en el conocimiento de las verdades de nuestra fe.
Hemos buscado saber: “quiénes somos” y “a dónde vamos” para encontrar nuestra identidad cristiana.
Hoy hemos venido conscientes y alegres a recibir el sacramento de la Confirmación, que es el sacramento de la madurez en la fe.

La Confirmación nos enriquece con una especial fortaleza del Espíritu Santo. Nos confiere la mayoría de edad en Cristo, y nos compromete a difundir la fe, especialmente con el testimonio de nuestras vidas.

Para ello, y con la humildad de sabernos débiles y pecadores, pero confiando en la fuerza que nos dará el Espíritu Santo, hacemos las siguientes promesas:

Renunciamos al egoísmo,
a la violencia,
a la venganza, 
a la mentira y a la hipocresía,
a la envidia y al odio,
a toda injusticia.

También renunciamos a la pereza,
a la cobardía,
al materialismo y a la sensualidad, 
a fomentar la tristeza
y  la desilusión.

Queremos amar para vivir con Cristo. 
Queremos ser útiles, 
y dejar poso en la vida.

Queremos borrar con nuestra vida santa
la señal viscosa que va dejando 
el Maligno por el mundo.

Queremos ser santos
para santificar el mundo.

Queremos ayudar a todos
porque todos nos necesitamos.

Queremos romper las tinieblas
del materialismo que invade el mundo
con  nuestra luz tomada de Cristo
-	que es la Luz del mundo -.

Queremos vencer el odio y la tristeza
Con la alegría de nuestra esperanza.

A M É N

Y ahora, después de haber recibido el sacramento de la Confirmación, te debes haces las siguientes consideraciones:

1.- ¿Crees que ya has llegado a la meta?

Creer que por haber recibido el sacramento de la confirmación se “ha llegado ya a la meta” es una gran equivocación, que, ciertamente, se da con bastante frecuencia.

2.- Pero ¡ya no tenemos que asistir a la catequesis de la parroquia!

De acuerdo en que has terminado una etapa de tu formación catequética que comenzó cuando te iniciabas en el conocimiento del catecismo y te preparabas para recibir la Sagrada Comunión. Pero, ahora, ya formado y – como decíamos en el tema anterior – “armado caballero de Cristo”, es cuando comienza un nuevo sentirte miembro de la Iglesia, y, consciente de que has de luchar por llevar la fe a la vida y que has de defenderla de sus muchos enemigos

3.- ¿Se puede decir que ya estás plenamente formado para lanzarte al apostolado?

Es evidente que ya tienes una formación. Pero has de seguir manteniendo firme tu fe, tus conocimientos, tus convicciones, para poder ser un autentico “soldado de Cristo”. ¡Nunca estaremos completamente formados!

4,. Qué significa ser “soldado de Cristo”?

Ser soldado de Cristo es, como en la vida civil, estar dispuestos a defender hasta con la vida, si fuera preciso, la verdad de nuestras convicciones, con valentía, luchando contra los enemigos del alma y de los enemigos de la Iglesia. Y esto supone una formación continua, y sentirte apoyado por otros cristianos que toman en serio esta misión, con un cauce normal que es la Parroquia.

5.- ¿Dónde nace esta obligación del apostolado?

La obligación del apostolado nace en la vinculación que tenemos con Cristo, que comenzó cuando nos hizo “injertos” en su vida divina por el Bautismo. Dice el Concilio (A.Apt.3): “Los cristianos seglares obtienen el derecho y el deber del apostolado por su unión con Cristo Cabeza. Ya que, insertos por el Bautismo en el Cuerpo místico de Cristo, robustecidos por la Confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo son destinados al apostolado por el mismo Señor”

6.- ¿Qué entendemos por “apostolado”?

Por apostolado entendemos la misión del apóstol, que significa “enviado”, y consiste en realizar aquella actividad por la que, como testigos, se enseña a los demás a Jesucristo, su doctrina y los medios para seguirle.

7.- Y, ¿cuándo hemos de hacer este apostolado?

Hemos de hacer apostolado con los demás en todo momento, porque ha de ser como el latir de nuestro corazón. Este apostolado ha de realizarse con la doctrina o la palabra y, sobre todo, con el ejemplo.

Para ser eficaces en nuestro apostolado hemos de estar muy unidos con Cristo que es quien nos envía. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura! (Mac. 16,15). Para ello, hemos de buscarle en la oración y en los sacramentos, especialmente en los de la Penitencia y Eucaristía. De modo habitual. Cada semana, al menos, recibir estos sacramentos. Y así llegaremos a “meternos” en el Corazón de Cristo, y sacar luz y fuerza para derramarla sobre los demás.

8.– ¿Francotiradores o cuerpo unido?

Hemos de ser descaradamente audaces para enseñar y defender la doctrina de Cristo, sin respetos humanos, presentando a ese mundo que se aleja de Dios el testimonio de nuestra alegría y de nuestra fe recia, que se traduce en ser “trasparencias de Cristo”, en todo momento y en el lugar en que desarrollemos nuestra vida.

Sin embargo, a un mundo que se apoya en formidables fuerzas mediáticas y en el poder del dinero para difundir el error, hemos de oponer una acción programada, fundamentada en orientaciones muy concretas que ha de nacer de una reflexión comunitaria, en grupo, a partir especialmente de la Parroquia como base del apostolado dentro del plan pastoral de la diócesis.

Reflexión y propósito

* Sé consciente de que no has llegado a una meta, sino que estás en la línea de salida para una formidable carrera por Cristo.

** Lee de nuevo despacio las promesas que hiciste y que están al comienzo de este tema; llévalas a la oración y haz propósitos concretos
para tu vida.

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