
Salió del santuario otro ángel clamando con potente voz al que estaba sentado en la nube: “Mete tu hoz y cosecha, porque ha llegado el tiempo de cosechar y la cosecha de la tierra está en su punto.
Y el que estaba sentado en la nube lanzó su hoz a la tierra, y la tierra fue segada.
Entonces un ángel, que también llevaba una hoz afilada, salió del santuario celeste.
Otro ángel, el que está encargado del fuego, salió del altar y gritó al que llevaba la hoz afilada: “Mete tu hoz afilada y cosecha los racimos de la viña de la tierra, porque ya están bien maduros.
Entonces el ángel metió la hoz e hizo la vendimia, echando todos los racimos de uva en el gran lagar de la cólera de Dios.
Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del lagar brotó tanta sangre que llegó hasta la altura de los frenos de los caballos, en una extensión de mil seiscientos estadios.
Biblia Latinoamericana /se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México