CONDUCENOS, SEÑOR, POR TU CAMINO.
Señor, tú me examinas y conoces,
sabes si me siento o me levanto,
tú conoces de lejos lo que pienso.
Ya esté caminando o en la cama me escudriñas,
eres testigo de todos mis pasos.
¿A dónde iré lejos de tu espíritu,
a dónde huiré lejos de tu rostro?
Si escalo los cielos, tú allí estás,
si me acuesto entre los muertos,
allí también estás.
Si le pido las alas a la aurora
para irme a la otra orilla del mar,
también allá tu mano me conduce
y me tiene tomado tu derecha.
Pues eres tú quien formó mis riñones,
quien me tejió en el seno de mi madre.
Te doy gracias por tantas maravillas,
admirables son tus obras
y mi alma bien lo sabe.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México