Mi hermana me tiene rencor por nuestro pasado. Artículo publicado en el gaudium.
Por Genaro Valdivia
El periódico parroquial de León gaudium, publicó una nota, que no sólo es tema religioso, sino tema muy frecuente en nuestra sociedad “mi hermana me tiene rencor por nuestro pasado”. Las experiencias que se viven en una familia influyen en la personalidad de un hombre adulto o de un niño durante su niñez, los actos que vemos y hacemos durante nuestra vida familiar quedan grabados para toda la vida y el maltrato, la agresión física o psicológica, el desamor son cuestiones que el corazón no perdona, incluso se recrudecen si hay factores que recuerden aquellos actos y vivencias.
La Iglesia percibe este sentimiento de rencor cuando algunos van a pedir consejo para dirigir su vida porque ya no saben qué hacer con ese sentimiento que brota y no se puede dominar; la chica que comparte su testimonio en el periódico gaudium, menciona algo muy común que hacemos los papas; el compara a sus hijos, que daño t y error a la vez provocamos en nuestros hijos, los psicólogos batallan también con este tipo de síntoma de nuestros tiempos, sin embargo algo pasa que aunque son sesiones bastantes profesionales no sale el rencor, se queda tan impregnado en la piel, en las entrañas que de repente aparece de nuevo en cuanto experimenta algo parecido o ve en otros esa misma experiencia.
La lengua dice Santiago en la sagrada escritura: es un pedacito de carne que es capaz de santificarte, salvarte, pero también de condenarte y causar el daño más grande en una mujer o hombre, muchas veces decimos palabras que no sabemos porque las decimos por ejemplo: < > etc. etc., palabras que no se van a olvidar y que, si se sigue alimentando tarde o temprano fluirá por las venas ese rencor hasta que explote y se desencadenen acontecimientos lamentables. Muchos hombres y mujeres tienen tanto resentimiento porque la vida los ha tratado mal, tienen rencor porque a otros le va bien, porque no pudo estudiar, porque no tiene casa, porque no tuvo una niñez sino que tuvo que trabajar, porque les hacían el desaire sus parientes, porque los miraban con compasión; que sensible es el corazón humano y tan materialista que la infelicidad nos golpea durante años, tu enemigo si así se puede decir, te golpeo una vez pero su recuerdo te ha golpeado 1000 veces. Una reacción muy normal ante el rencor, es querer hacer que pague esa ofenda el que ofende, humillarlo y echarle en cara todo lo que le hacían, siempre al pendiente de lo que pasa con aquel que ofendió y que no pierde la oportunidad de hablar mal de aquel a quién se odia, aquel que nos causó la infelicidad, ojo por ojo y diente por diente, pues aun pagando la ofensa seguro es que no va a ser feliz, lo único que nos va a ser feliz es el perdón La urgencia de liberarse de los resentimientos y rencores es prioritaria en la vida de los hombres, vivir el perdón v a a ser el reto, una de las afirmaciones que Jesús hace en el evangelio es lograr lo imposible; para los hombres es imposible para Dios todo es posible y estamos de acuerdo quienes hemos experimentado su acción liberadora; resentimientos y rencor que curó y que en un proceso único de terapia erradica los resentimiento y rencor de la vida, abriendo el corazón a la oportunidad de amar, servir y vivir, convirtiéndolos en felicidad y alegría. Quizá todos los consejos pueden o intentan aliviar la situación del rencor y el resentimiento, pero lo único y definitivo que puede sanarte para siempre es acercarte a Jesús, el Señor, tener un encuentro personal con Él y dejar que trabaje, tu no has podido hacer nada, ya has pagado dinero en terapias y no salen, no sanas, tal vez no pierdas nada si lo intentas; seguro vas encontrar la respuesta y la sanación a ese sentimiento de rencor que hoy hace infelices a muchos hombres y que los priva de ama.